Va hoy al pleno del Congreso, tarde y con sueño, la primera vuelta de reforma a la Constitución del estado sobre paridad total.
Tarde. La reforma de paridad total en Nuevo León cumplió un año en la congeladora. Hace unos días le hicieron su piñata afuera del Congreso. “Los jefes partidistas ya tienen amarrados a sus cuates para ciertos puestos”, reclamaron las activistas.
Como siempre, las reformas que tienen que ver con la paridad se dejan al último, cuando el periodo electoral está a punto de empezar: la ley no puede cambiar desde 90 días antes de este inicio. Eso significa que la fecha límite para modificarla este año es el próximo 9 de julio. ¡Y antes faltaría la otra vuelta de la reforma constitucional!
Y con sueño. Al dictamen de reforma que se somete hoy al pleno le falta brío e interés por transformar. Se le nota desde lejos lo que han hecho cada vez: modificar solo aquello que ya resulta insostenible. Si pueden no tocar las planillas municipales, no lo hacen; si pueden quedarse con la paridad vertical, no rozarán la paridad horizontal; si pueden hacer un favor al Poder Judicial escribiendo en la Constitución “procurar” en lugar de “garantizar” la paridad, lo harán, cómo no, y si pueden dejar las decisiones en manos de los partidos políticos y sus reglamentos internos, también.
Como ha dicho la diputada Mariela Saldívar, no hay un gramo de voluntad política para hacer las reformas de paridad, sobre todo en lo electoral. Ni siquiera se detectan señales de vida en la comisión que lo debe hacer.
Cada vez es más convincente la idea de que los partidos aceptaron que el Congreso quedara conformado esta vez con estricta paridad con la condición de que ahí quedara la cosa y ya no le movieran más.
Algunos diputados y diputadas quieren ver este dictamen como un buen primer paso hacia la paridad total. Podría ser... si al menos cumpliera lo que manda la Constitución del país.
Pero si no es ahora, se dará después. Lo dijo María Elena Chapa: Si nos cierran la puerta, nos metemos por la ventana.