No bastará, si es el caso, que Luis Donaldo Colosio diga sí a la candidatura de MC a la alcaldía de Monterrey. No bastará porque la ruptura fue pública y notoria, e hizo ver las rasgaduras en el tejido partidista.
No bastará: aunque nadie espera una reconciliación de amigos, sí se necesita que hagan equipo el candidato a presidente municipal y el candidato a gobernador. Y aunque hubiera un cambio en la correlación interna de fuerzas, una relación “institucional”, como le llamó Colosio, sería insuficiente. Un partido unido posiblemente les ayude a hacer un buen papel en la elección. Uno dividido, inevitablemente les estorbará.
No bastará porque el conflicto no fue solo entre Luis Donaldo y Samuel. Se llevaron de encuentro lo que se atravesó en el camino. No solo se rompió una relación entre dos personas. Se rompió MC. Los acuerdos que se cocinaban para competir en el Congreso también se quedaron bailando. Sea quien sea, los candidatos que lleven el logo de MC para diputados locales o federales tendrían que llevar en campaña la “representación” tanto de Samuel García, su candidato a gobernador, como eventualmente de Colosio, su candidato a Monterrey.
La dirigencia del partido tendría que garantizar los equilibrios, de manera que cada uno se sienta obligado a apoyar a todos y a trabajar con algo más que institucionalidad: con una buena dosis de pasión política por una idea de estado y de ciudad. Y eso solo se logrará si las cabezas trabajan juntas... por eso es más grave una fractura de cráneo que una de tobillo.
Vaya, se requiere que Colosio trabaje por Samuel y por los candidatos cercanos a Samuel. Y que Samuel trabaje por Colosio y por los candidatos cercanos a Colosio. Si se trata de un proyecto político serio, que busca lograr sus objetivos (es decir, ganar), no hay más remedio que lanzar una verdadera operación cicatriz.
Nadie espera una cicatriz bonita (no importa que sea queloide, mucha gente la padece), pero si la lesión permanece abierta, seguirá corriendo sangre naranja.