La llegada de un gobernador independiente en 2015 se convirtió en un desafío para los partidos políticos de Nuevo León. Se trataba de una auténtica sacudida: no era solo el triunfo, sino el porcentaje.
El electorado no creyó en los partidos. El Bronco, con su discurso crítico, los forzaba a replantearse, a establecer relaciones distintas, a cambiar de actitud frente a su propio quehacer. Ninguno sabía cómo hacerle.
Y al acercarse el siguiente periodo electoral, las cosas no han cambiado mucho.
¿La sacudida dejó el árbol igual? En la elección presidencial dieron sorpresas. Aunque rechinando, los viejos partidos dieron signos de movimiento, al grado que actuaban en contra de lo que parecía su propia naturaleza.
Y también se equivocaron. El PAN propuso un candidato que insistía en temas como la Renta Universal Básica: pocos le siguieron la corriente. El PRI prefirió irse con un candidato no priista, pero proveniente de lo más cuestionado del sistema.
En Nuevo León, los partidos salieron de 2018 derrotados y destrozados. El PAN perdió hasta San Pedro después de 30 años y dejó su lugar a un independiente. Hay que decir que perdió con gran ayuda de los panistas y hasta ahora el asunto está en tribunales.
El PRI, por su lado, hubiera pasado a la chiquillada si no fuera por los tribunales, que le dieron Guadalupe y otra oportunidad en Monterrey. MC tuvo logros personales con Samuel García y Luis Donaldo Colosio. Morena fue beneficiario del bono-AMLO, con fracturas que no tardaron en salir a la luz.
Salieron más partidos que nunca, escribí entonces. Pero me equivoqué: ahora están peor. Rumbo al 2021 siguen en la lona. El PRI está fragmentado en tres partes y al menos dos amenazan con irse a Morena; Morena, por su lado, no tiene problemas en aceptarlo, lo cual es su mayor problema; y el PAN no quiere ni hablar de algún candidato posible: cualquiera es imposible.
¿Y MC? Se trata de una mera franquicia que gira alrededor de un aspirante. Quizá en eso consista su ventaja.