Dos M se disputarán la alcaldía del que hace tiempo fue el municipio modelo del área metropolitana de Monterrey.
Se la disputan ya. Y el descarrilamiento de una de ellas puede darse incluso antes de la elección, si decide salirse de la contienda antes, incluso por razones de “caer para arriba”.
Las dos M: Miguel y Mauricio (lo digo en ese orden por respeto a la investidura presidencial-municipal) están ya enterados de la intención del otro. Los planes de ambos son bastante obvios: en el caso de Miguel, el camino de la reelección resulta el más corto y más plano, con pavimento hidráulico y cableado subterráneo; en el de Mauricio, porque ser alcalde de San Pedro parece ser su destino... y contra el destino no hay Milarca, ni rancho, ni castillo, ni dinosaurio que valga.
Más allá de la obviedad, las maquinarias están echadas a andar. Y aunque las encuestas son meros espejitos de la pared, ellos ya han medido sus fuerzas. Y, lo que importa más, ya hablaron entre ellos. La conversación fue amable, según fuentes de confianza, pero el resultado fue una mutua invitación para buscarle en otra parte: esto quiere decir que lo más probable es que ninguno buscará en otra parte.
Los apoyos de la vieja cúpula que tuvo Miguel en 2018 contra la panista Rebeca Clouthier no están asegurados esta vez. Vaya, no lo están si el contrincante es Mauricio, pues él representa la posibilidad de que el viejo PAN recupere el partido, al menos en San Pedro, y de paso la alcaldía. Imposible hacerle a Mauricio los trucos de magia política que le hicieron a Rebeca.
¿Qué le queda a Miguel Treviño? A) Seguir en su proyecto, esperando que Mauricio se disuada a sí mismo, y dar la pelea hasta el final. B) Apresurar su carrera política y, si aún es tiempo, lanzarse desde ya a otra cosa que represente un escalón para el (aunque no hay demasiadas alternativas: ¿diputado federal? ¿Alcalde en otro municipio? ¿Gobernador, ya?). C) Preguntarle a Mauricio si lo apoyaría y cuál sería el alcance de su apoyo... Todo se pone color hormiga.
