Todo mundo tiene derecho a defenderse. El gobernador y el secretario de gobierno lo están haciendo ante la posibilidad de una sanción solicitada por el Tribunal Electoral.
En su defensa ya presentaron una controversia ante la Suprema Corte y ésta admitió su recurso y les otorgó ya una suspensión.
Sin embargo, el lío sigue. La suspensión otorgada a Jaime Rodríguez Calderón y Manuel González Flores impide al Congreso aplicarles un castigo mientras no se resuelva el fondo del asunto, pero no les impide continuar con el proceso sancionador. Al contrario, están obligados a hacerlo.
Así pues, El Bronco y su secretario general tendrán que defenderse hoy, ya sea acudiendo a la cita en el Congreso, ya sea enviando sus argumentaciones por escrito. González ya confirmó su presencia.
El Bronco no, al menos no todavía.
Ojalá lo haga. Porque no se trata solamente de soslayar un castigo merecido ni de ganar un proceso jurídico. Se trata de que en su comparecencia convenzan a Nuevo León de que no existieron las irregularidades de las que se les acusa. Y de que no merecen castigo grave. Ese es el fondo del asunto.
Dentro de su proceso, los diputados están obligados a escucharlos a ambos, pero sobre todo a entender lo que realmente sucedió, la gravedad y la importancia de lo que haya pasado.
Porque aunque ganaran la partida legal, si no logran hacer ver que no cometieron uno de los pecados capitales de la democracia, podrán seguir en sus puestos si la ley los ampara, pero no podrán seguir gobernando.
Por eso Manuel González, al confirmar su visita defensora, aseguró que llevará todas las pruebas para demostrar que no incurrió en ninguna de las irregularidades de las que se le acusa. “Va a ser muy contundente lo que van a observar mañana”, dijo.
Si no lo es, lo que queda es un juego de vencidas legales que durará meses y costará caro. Hoy mismo el jurídico del Congreso reclamará a la Suprema Corte la suspensión otorgada e incluso la admisión inicial del recurso. Después vendría otro movimiento y otro hasta que gane el desgaste.
Por eso, el estado espera aquella contundencia.
