Vuelven las ligas importantes de Europa a ver acción; Alemania se adelantó hace algunas semanas y a todos nos ha servido de ejemplo ver cómo su organización, contexto y entorno nos dan una lección de civilidad, orden, disciplina y acatamiento de las normas de salubridad. Tremendo.
Digamos que solamente ellos podrían haber puesto el ejemplo y qué bueno que fueron los primeros que volvieron a patear la pelota tras tanto drama.
Sirva la cuarentena para revalorizar el futbol y todo el ritual que lo envuelve. Demasiado tiempo ya sin sentir esa emoción previa, durante y posterior a los partidos.
El aficionado que acostumbra ir al estadio seguramente se siente pulverizado por dentro porque ha hecho, en muchos casos, un esfuerzo por pagar un abono y poder así dar rienda suelta a su desahogo emocional que debe esperar 15 días para hacer efervescencia; ahora la espera se ha alargado demasiado pero ya hay luz al final del túnel y todo será como si de un mal sueño de tratase.
Todo ese contexto está suspendido y con ello las emociones.
Esa emoción con la que se juega no ha hecho otra cosa más que provocar que todos aquellos que estamos ligados al futbol tengamos la sensación de que nos han arrancado algo de nuestra vida.
Por eso cuando volvamos a pisar el estadio nos reencontraremos con un sentimiento tan especial que será como recordar la primera vez que acudimos al campo.
Pero no es solamente eso, no, el cúmulo de emociones comenzará a partir de que se anuncie que los estadios volverán a abrir sus puertas ¿cuándo? todavía nadie lo sabe.
Y junto con ese anuncio vendrá la ilusión de saber que “ya mañana” podremos ir al futbol.
Claro que los preparativos serán más artesanales que nunca: lavar la camiseta, doblarla y ponerla al lado de la cama, alistar los abonos, quedar con los 2 amigos a la misma hora para emprender juntos el trayecto al estadio, el camino en el coche escuchando los programas previos de radio o, como en algunos casos, poner la música del equipo para irse ambientando.
¿Qué lección aprenderemos de todo esto? Pues que al futbol hay que valorarlo y, como diría Vicente del Bosque, mimarlo.
Bendecidos somos aquellos que podemos disfrutar de futbol de Primera División y por eso es que cuando podamos volver a poner un pie en el estadio nos sentiremos tan afortunados que reflexionaremos que no necesitamos nada más para sentirnos felices aunque sea por dos horas.