Ya la tienen. El América y su afición (brutal ambiente en el Azteca) tienen su campeonato de Liga número catorce.
Y bien ganado. Obviamente la prensa regiomontana siente que hubo robo por la jugada del manotazo.
Pues bien, ni debería existir polémica, porque un manotazo en la cara no es un cariño ni un movimiento natural.
Es eso: un manotazo (y el rostro). En otras palabras: una agresión.
A partir de ahí, Tigres se derrumbó y, junto con la colaboración de Nahuel Guzmán (qué tipo tan patético) se esfumó en la final. Lo de Nahuel es muy claro:
es un extraordinario portero, con grandísimas cualidades y que gana partidos.
Pero… por el otro lado, es un payaso mediático que vive del show, inmerso en su muy particular personaje.
Es la viva copia del Dibu Martínez. Otro grandísimo arquero que tiene actitudes verdaderamente patéticas.
Pero el América es merecidísimo campeón. Y su afición se lo merece.
El ambiente del domingo en el Azteca me recordó aquellos partidos de la década de los 90; con el público metido a tope y sin necesidad de estar grabando todo con el celular.
Es decir: metidos 100% en el partido y no tanto en publicar en redes sociales. Tigres verdaderamente opuso resistencia.
Es más, con el disparo de Carioca a la horquilla se le detuvo el corazón a todo el estadio.
Si ese disparo entra, estoy seguro que la historia habría sido totalmente diferente, porque Tigres con ventaja y Siboldi con ventaja, difícilmente pierden un partido.
Las mayores aproximaciones de gol fueron del América, el ritmo del juego lo puso el América y el que mejor jugó fue el América. Merecido ganador del partido y merecido campeón.
Hacía tiempo que el América no se veía tan sólido, pero no sólo eso, sino que se nota una generación de futbolistas comprometida con el club y con el proyecto.
Todos derrochan talento y saben a lo que juegan.
Por primera vez en mucho tiempo podemos hablar de un modelo de juego americanista, de una mística en su juego, liderados por futbolistas de mucho carácter y que sin lugar a dudas están para refrendar el título en el próximo torneo. Lo de Fidalgo es una cosa magnífica.
Sobran las palabras para describirlo. Todos ellos comandados por un André Jardine que toca el cielo por primera vez en México. Maravillosa historia la de este hombre.
Ya no hay dudas: el equipo más grande de México es el América. Felicidades por el campeonato.
