En la película, Barbie atraviesa una crisis existencial y Gloria (alerta de espóiler) le dice un espích (The Atlantic, 27/7/23) que comienza: “De algún modo las mujeres siempre lo hacemos mal”, y enumera una serie de situaciones y ejemplos al respecto. No sé si el espích de Gloria incluya en su muestrario algo sobre (el nombre es mío) “Mujer que pide perdón”, pero vierto aquí un texto de Brenda Miller encontrado en una antología. Se titula “Desviación”.
“Perdón por aquella vez que atropellé a un pedazo de madera en el camino. Una libra de marihuana en la cajuela y un defecto en las luces del freno: en cualquier momento los policías podían detenernos, así que ya estabas tenso, y en eso que atropello ese leño perdido sin bajar siquiera la velocidad. Tonc, tonc, y el trozo de madera dio vueltas detrás de nosotros. Tu cara sombría se ensombreció aún más, y al principio no gritaste, sólo giraste para mirar hacia fuera de la ventanilla, y yo cometí el segundo error. ‘¿Qué pasa?’ Ahí explotaste. ‘Eres tan descuidada, ni siquiera piensas, qué tal si había un clavo en esa pinche cosa’, gritaste, tu cara ya muy retorcida, y fea. ‘Y yo soy siempre el que paga los platos rotos’.
“‘Perdón’, dije, y lo dije de nuevo, y seguimos nuestro camino a través del desierto, en lo oscuro de la noche, con el contrabando que habías puesto en la cajuela, con las parpadeantes luces del freno que no habías arreglado, yo al volante porque tú estabas muy borracho, o muy cansado, o muy deprimido, y viajábamos por millas rumbo a nuestro futuro, donde al tiempo yo me disculparía por los huevos cocidos de más, y por el precio de los focos, y por el modo en que el sol pegaba a través de nuestras ventanas sucias, y encandilaba; y me disculparía cuando tuviera la música puesta y cuando no, perdón por estar en el baño, y perdón por llorar, y perdón por reírme, y me disculparía, finalmente, nomás por estar viva, y aún ahora me pido perdón a mí misma, por no haberme desviado, por no quitarme a tiempo del medio”.