La semana pasada surgió un acalorado debate sobre el regreso de los casinos a Torreón.
El alcalde Jorge Zermeño ocupó de manera natural, su lugar en el ojo de la tormenta. Contrario al atemorizado sentir popular que liga inseguridad pública con los casinos como lavadora de dinero del crimen organizado, el alcalde decidió abrir una rendija para reinstalar el Casino Majestic en Torreón.
Su determinación es contraria al gobernador Miguel Riquelme quien declaró de manera enfática: “a Coahuila no regresarán los casinos, porque su cierre es uno de los factores que hizo bajar la delincuencia”.
¿Quería Jorge “tantearle el agua a los camotes” para regresar los casinos? O solo, como asegura, actuó apegado a derecho.
Las siguientes hipótesis que responderían esas preguntas son discutidas en medios de comunicación, redes sociales y entre cafetólogos.
Hipótesis legalista: Zermeño se negó a entregar el refrendo de licencia mercantil a los propietarios del Casino Majestic, quienes lo habían pagado desde 2009. Éstos promovieron un recurso ante el tribunal y ese órgano colegiado ordenó que el gobierno zermeñista les entregará el refrendo.
Ese tribunal, justifica Jorge, tiene “jueces calificadores que tienen autonomía en sus fallos y deciden, no hay dedazos, ni líneas, tampoco se manipula la justicia”.
Hipótesis paranoica: Atacan a Zermeño para distraer la atención pública de las empresas fantasmas encontradas en la Universidad Autónoma de Coahuila; la crisis de pensiones, la fallida reestructura de la deuda, etcétera.
Hipótesis perversa: En realidad, asegura Rodrigo Fuentes, líder (renacido) del PRI Estatal, Jorge “tiene deudas de campaña con los inversionistas de los casinos”. Por lo cual, pretende utilizar un tecnicismo legal para abrirles las puertas. Pero, concluye Fuentes, “el PRI no permitirá regresar al pasado, porque recuperar la paz en Coahuila ha costado sudor y vidas humanas”.
Finalmente, esa rendija se cerró. Los casinos no regresarán a Coahuila. Queda, sin embargo, la duda respecto a la verdadera intención de Zermeño. ¿O, no?
