Como es de dominio público, en fechas recientes competí por la secretaría técnica del Sistema Estatal Anticorrupción de Coahuila (SEAC).
Decliné a mi candidatura, porque la polémica y controversia generadas a su alrededor, debilitaban al mismo sistema.
Ahora desde mi palestra ciudadana, comparto 5 recomendaciones para repensar las 2 debilidades estructurales del SEAC: su falta de credibilidad ciudadana y su ausencia de visión estratégica para acelerar su institucionalización.
Primera: Urge una planeación estratégica del SEAC que integre -y comprometa- por igual a sus 7 entidades institucionales que lo forman:
Auditoría Superior del Estado, Secretaría de Fiscalización y Rendición de Cuentas, Fiscalía Anticorrupción, Consejo de la Judicatura del Poder Judicial, Tribunal de Justicia Administrativa, Instituto Coahuilense de Acceso a la Información y Consejo de Participación Ciudadana.
Mientras esa planeación conjunta e integral no exista, con indicadores medibles del corto, mediano y largo plazo, ninguna de esas entidades asumirá un compromiso real por fortalecer de manera colectiva al SEAC.
Sobra decir que dicha planeación debe ser pública para que la ciudadanía conozca y evalúe sus avances. De otra manera, los esfuerzos de cada una de esas entidades serán, en el mejor de los casos, perdigones de un escopetazo disparado en el vacío.
Segunda: Es necesario que la política pública del SEAC -aún incompleta- sea discutida, de manera amplia y diversa, en conversatorios con la sociedad civil en todo Coahuila.
Para ello, el Consejo de Participación Ciudadana está obligado a ir más allá de los organismos ciudadanos y cámaras empresariales que tradicionalmente han enarbolado las banderas de la lucha anticorrupción en el estado.
Ahí están los organismos ciudadanos no relacionados con el tema (de mujeres o medioambientalistas, por citar 2 ejemplos); los colegios de profesionistas, los clubes de servicio, los grupos religiosos, las asociaciones de colonos, académicos, amas de casa, etcétera.
(Continuará).