Tres elementos explicarían dicha catástrofe: el entorno político nacional cambió de manera drástica.
De manera diligente, AMLO construyó durante cinco años, con hechos e ideas, un régimen burocrático autoritario pro socialista, que atenta contra los intereses conservadores de los bastiones tradicionalmente panistas: las clases medias y altas.
¿Qué hizo el PAN nacional al respecto? Poco o casi nada. ¿Intentó reinventar su narrativa e identidad partidista -más allá del golpeteo incesante contra AMLO- para disminuir los temores y las preocupaciones de sus baluartes tradicionales? No.
También, el entorno de Coahuila, cambió. Miguel Riquelme, contrario a lo pensado por los panistas en 2017, demostró ser un gobernador con una capacidad puntual -entre otras-: blindó Coahuila del caos destructor de AMLO a nivel nacional y generó confianza entre los coahuilenses.
También, ahondó en la profesionalización de los integrantes de su partido para derrotar de manera contundente a Morena en las elecciones intermedias (2014) y en las recientes (2023), con una participación importante de las clases medias y altas.
¿Qué ocurrió en la consciencia de los integrantes panistas de esas clases sociales para apoyar a Riquelme en 2014 y ahora, con Manolo Jiménez en 2023?
Tres cosas: valoraron la capacidad de Riquelme para gobernar Coahuila con creces a pesar de los embates cuatroteistas. Minimizaron las capacidades partidistas del PAN para ganar las elecciones, porque al igual que su referente nacional, hizo poco o nada para reinventarse.
Y modificaron su consciencia, para transitar de una preocupación moral o ética con la megadeuda, presente en 2017; a una, relacionada con la seguridad personal, familiar, patrimonial y pública en 2023.
¿Qué le resta hacer al PAN estatal? Reflexionar con sentido autocrítico para reinventar su narrativa e identidad partidista.
Nota: El autor es Director General del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.