En momentos trágicos los números no importan. Ocurre cuando enferma de gravedad un familiar: el dinero -inflado- por médicos u hospitales es ignorado.
Igual sucede cuando muere un ser querido: el costo -aumentado- del funeral por las casas funerarias es irrelevante.
Hoy, con la pandemia a cuestas y la tragedia a la vuelta de la esquina; poca atención prestamos a los números oficiales.
Por tres razones: quedaron sepultados y descreídos por la información -de todo tipo- enviada a través de las redes sociales; fueron atravesados por mensajes contradictorios entre el “abrácense” de AMLO y “la sana distancia” de Hugo López Gatell, subsecretario de Salud y terminaron por ser secundarios ante la urgencia colectiva de sobrevivir esta contingencia.
¿Qué tan ciertos son los datos oficiales que un López Gatell; atildado, académico (y bien parecido, según las revistas del corazón), reporta cada noche a la audiencia nacional?
No tanto. Porque su objetivo no es científico sino político.
Él pretende justificar mediante elementos racionales y científicos -la irresponsabilidad política de su Jefe AMLO ante la pandemia y la Nación.
López Gatell parte de tres premisas que erosionan las bases de sus modelos explicatorios: existe un sub-registro de contagios de Covid 19.
México es uno de los países que menos pruebas de contagio ha realizado.
Incluso, previo y durante la primera etapa, las autoridades federales prohibieron su implementación.
Si existe un sub-registro de contagios; ¿cómo saber el número exacto de personas contagiadas o fallecidas por el Covid 19?
Peor aún, ¿cómo discernir si las personas muertas por neumonía atípica o problemas respiratorios no fallecieron en realidad por el virus? Es imposible.
Para cerrar la pinza -del ocultamiento de las cifras reales, por razones políticas- sólo es justificable un acta de defunción por Covid 19; si la persona fue detectada oficialmente como contagiada.
Pero, como hay un sub-registro de contagios, es también imposible saber el dato real. (Continuará).