Somos un país, violento desde las entrañas. Ocioso es buscar las raíces de nuestra ancestral violencia en el salvajismo sacrificial de nuestros pueblos prehispánicos.
Inútil es, también, encontrar una explicación de nuestro comportamiento violento, en el doloroso mestizaje parto de la mexicanidad analizado por José Vasconcelos, Samuel Ramos y Octavio Paz para elucubrar nuestra identidad nacional.
Somos un pueblo semi barbárico o semi civilizado, porque llegamos tarde “al banquete de la civilización europea”.
¿Cómo encaminarnos a la ruta civilizatoria si, en México, más de la mitad de sus habitantes sobrevive en estado de pobreza cada día?
Por ello, las desigualdades estructurales, abismales en nuestro país, causan violencia.
La no integración de las grandes mayorías por décadas- a un modelo socio económico, educativo y cultural, causa violencia.
La falta de expectativa de movilidad socio económica entre las clases medias, causa violencia.
La clase política -y sus partidos políticos, que han traicionado de manera repetida a esas mayorías, causa violencia. La colusión entre esa élite económica y la clase política para repartirse el país, causa violencia.
La sociedad de consumo que publicita de manera repetitiva mundos idílicos inaccesibles para las grandes mayorías, causa violencia.
La invisibilidad social a la cual están condenados los pobres y, en particular los jóvenes marginados, causa violencia.
El clasismo y el racismo con el cual, las clases medias, medias altas y altas miran y condenan a las grandes mayorías, causa violencia.
La rabia, la impotencia y la desesperación para sobrevivir -cada día- en ese mundo antes descrito, también causa violencia.
Por ello, la violencia en nuestro país, reemplaza al Estado de Derecho. Y el mexicano promedio internaliza la violencia como patrón básico para regir su comportamiento cotidiano.
Porque de otra manera, no sobreviviría en el mundo arriba descrito: una jungla sin reglas escritas, sin respeto al Estado y, por tanto, sin legalidad.
Por tanto, en mayor o menor grado, la violencia somos todos.