¿Pasado el trago amargo de la militarización, que tipo de maromas harán los morenistas, feroces críticos de Enrique Peña Nieto, cuando éste intentó hacer lo mismo en 2017?
Mario Delgado, líder de los diputados morenistas, hará el balancín veracruzano. Mientras se balancea tumbado en el piso, declara a los medios: “No somos como ‘los otros’.
No se confundan. Este es un militarismo para defender la soberanía nacional y popular”.
El sacerdote Solalinde bañado en agua bendita de San Charvel hará el potro endiablado.
Mientras corre hacia él para dar 2 maromas y media en el aire, gritará como poseído: “es un honor -me perdone Dios o no- estar con el ejército de Obrador”.
Ackerman hará el caballo con arzones con salto mortal y ojos cerrados. Empezará a girar con brazos sobre el caballo y los pies en el aire para decir: “el decreto presidencial no ‘militariza’ la seguridad pública sino constituye un paso hacia la desmilitarización al fijar plazo definitivo para retorno de los militares a sus cuarteles”.
Tatiana rápido hará marcha, trote, patada, elevación de rodilla, patada alta, caderazo, “jumping Jack” y “lunge” mientras agitada susurra: “yo nunca dije -en 2017- que los dictadores han utilizado al ejército” para instalarse en el poder.
Fernández Noroña hará el cristo en los anillos en calzones, aunque su panza sea un lastre y no se haya bañado -como el presume- durante la cuarentena. En esa posición realizará una meditación Zen para abstraerse del mundo.
Bartlett hará 33 maromas literales sobre la alfombra turca de 52 mil dolares de su estudio.
Después de cada maroma, sorberá un trago de guiski y dirá: “¿Cuál militarización. Miran al lado equivocado. Calderón es el culpable: inició una guerra absurda contra el narco.
Por la operación Rápido y Furioso, los carteles del narco se equiparon con armas de alto calibre. El Cartel de Sinaloa tenía lazos con García Luna”.
Por falta de espacio, no relaté las maromas de Citlali Hernández, René Bejarano y Dolores Padierna.
Imagíneselas, por favor. Se atacará de risa.
