“Los valores de nuestros hijos”.
Justin Bieber enloqueció a 50 mil aficionados apasionados a la música moderna y a los movimientos eróticos de este muchachito que tuvo la suerte de saber cantar y componer, y nosotros invitamos a un Premio Nobel australiano, que vino aquí a la UANL, y que fue el que logró demostrar que una bacteria era la causante de muchas úlceras del estómago, una enfermedad muy común en nuestro universo médico. A este evento asistieron 250 gentes.
Cuando invitamos al presidente de la industria Monsanto, que es la más importante del mundo para alimentar a los desnutridos, asistieron 300 jóvenes. Todo lo anterior demuestra que la juventud actual prefiere la música estridente, que frecuentemente se acompaña de alcohol y drogas, a la ciencia, que es la única estrategia humana para transformar el medio ambiente y dar calidad de vida.
El suscrito no quiere parecer puritano porque a mí también me gusta la música; solo señalo la inversión de los valores que está teniendo nuestra juventud de plástico, de oropel, de marcas en su vestimenta, del automóvil de lujo y del amor inventado y la pérdida de las verdaderas fórmulas para encontrar la felicidad, que no están en el placer superficial, ni en el ruido musical, sino en la meditación, en la reflexión y en la actitud de dar.
Justin Bieber ya se fue, pero los científicos aquí están, los hombres de la cultura y la ciencia están como una balsa salvavidas esperando que alguien la abrace, para así poder tener en nuestro país valores agregados, patentes, productos que transformen al mundo y lo hagan mejor. Espero que algún día los jóvenes volteen la cara hacia la verdad y sepan diferenciar lo importante de lo intrascendente.