Ejemplos de una época.
Esta es la generación en donde las parejas tienen un amor transitorio y el porcentaje de divorcios se incrementa 50%; los que no se casan, un porcentaje mayor, y el 30% tiene violencia intrafamiliar. Es decir, la familia perdió su razón de ser.
Sin embargo, yo conocí a una pareja ejemplar, que ya partió al desconocido mundo del firmamento de la duda y que vivieron muy cerca uno del otro. La razón es porque así vivieron y el ejemplo del licenciado José Rodolfo González y Carmen Villarreal representa algo que la nueva época está tratando de desaparecer y con ello, la filosofía del amor permanente del matrimonio, que se ha convertido en un símbolo, pero que ya no existe como lo vivieron José Rodolfo y la Nena, a quienes yo conocí durante más de 60 años y murieron recientemente con la misma ternura, fervor y amor compartido. Ese ejemplo se lo dejaron a sus hijos.
Esta anécdota nos habla de lo que practicó esta pareja, desde que eran novios jóvenes con fidelidad absoluta, amor y entrega total, lo que los llevó a lo ideal, que es el amor permanente, integral, que la sociedad actual y la cultura del mundo de la ciencia y la tecnología están desapareciendo y alterando.
Esto por la frivolidad y la presencia del amor de interés, no de entrega ni de fervor idealista, como el que esta pareja ejemplifica, pues ya no se practica porque lo devoró el monstruo de la modernidad y de la comercialización, olvidando que todos terminamos en el mundo del espíritu, en donde están ahorita estos dos personajes que son ejemplo, reitero, de la vida que se comparte permanentemente en el contagio amoroso cotidiano.
Yo conocí muy bien a esa familia y me permito utilizar este ejemplo de lo que debe ser el amor permanente que se entrega en cuerpo y alma, y que ni la muerte los separa, porque estoy seguro que en el espíritu de la inmortalidad continuarán unidos.
Descartes: Pienso, luego existo… La razón del ser no es el ser mismo, sino el ser compartido, porque así como decía Platón, en el quehacer existencial del tiempo se comparte el amor y se consolida con eso una felicidad absoluta, como la que el Güero y la Nena vivieron. Los acompaño, con mi amigo Eduardo y los admiro.
