Por su reconocimiento.
En la Mesa de Platón, que seguramente muy poca gente ha leído y comentado, y también en la descripción aristotélica del servicio público como definición de política, se discutieron siempre las formas, no solo los objetivos, ni los finales, sino eran importantes los procesos que, como dice Teilhard de Chardin, marcan la vida de la esperanza, que es la creencia en Dios.
Obviamente que todos nos vamos a morir y que estamos sujetos a la represión de la libertad, que bien diseñó Krishnamurti, cuando dijo que al nacer nos vistieron, después nos pusieron una ley, luego una religión y, al final, nos impusieron lo que llaman cultura. Y Platón lo describió muy bien: que todo eso tenía que hacerse como parte del fenómeno natural del quehacer humano, como la grandeza de Sócrates cuando se suicida para evitar infringir la ley, que representaba precisamente la represión de la libertad, porque él no había hecho nada que perjudicara a nadie, pero, al margen de que podía escaparse de esa muerte, lo hizo por su respeto a la libertad de la cultura que lo rodeaba.
Todas estas elucubraciones tienen que ver con la declaración que hizo antier el candidato perdedor del municipio de Monterrey que, al margen de que tenga relación yo con él, fue una muestra de grandeza que lo dignifica y que lo ubica en los vientos de lo que es lo magnífico, lo que no es parte de la vida común y de la lucha cotidiana por la supervivencia.
La grandeza, y Platón lo describía, es dar tu intimidad y reconocer tu error, aunque en éste hay dudas de que lo tuviera, pero al fin se subrayó lo que es el fenómeno humano, en donde la grandeza va a barrer la bajeza, lo cotidiano, lo superfluo y reconoce, aunque no haya sucedido, la importancia del contrario, adverso, en una forma de pensar, porque las elecciones, que las inventaron los griegos, porque ellos son los gestores de la democracia, siempre dijeron que eran del pueblo para el pueblo. Pero en el transcurso del tiempo, el pueblo se adoctrinó en lo corriente, en la supervivencia, en ganar o perder, y no en la grandeza que se ejemplificó en el tema que describimos originalmente.
Yo pienso que las confesiones tanto del candidato de la alcaldía, como el de la gubernatura, y el reconocimiento a la derrota, tienen un fondo espiritual histórico, que desborda toda la enfermedad social que padecemos en el egocéntrico y maniático vivir del actuar. Yo, con mi edad y al margen de cualquier relación, espero que los jóvenes lean esto y aprendan de estos personajes, de que nunca hay que perder el estilo y que la grandeza desborda lo común, que es lo que enferma, como un virus, la superficie espiritual tan pobre en que vivimos.
Estas expresiones conceptuales deben hacernos meditar sobre el proceso electoral nacional y local que vivimos, pues las conclusiones fueron basadas en apoyos externos y en la influencia del carisma histórico previo y la utilización del mismo en la decisión. Es decir, toda la filosofía que hemos expresado choca con la sociedad actual, que impide la grandeza de lo que es la democracia. Esperamos que el pueblo apoye al gobierno, porque este estado tiene múltiples problemas que hay que resolver.
Descartes: Pienso, luego existo… Las declaraciones de los candidatos perdedores se hicieron con grandeza y eso nunca nadie va a poder votar en contra o en favor. Este es simplemente, desde los griegos, el existir, la esperanza de Teilhard de Chardin y al fin, el Dios infinito que nos espera por nuestras verdades, no por nuestras mentiras.
Luis Eugenio Todd