Tema de neurociencias aplicado a la política
Existen estudios del sistema nervioso central que explican anatómica y fisiológicamente por qué, a veces, cuando vemos caerse a una persona en la calle, en forma instintiva nos da risa, ocuando alguien es vilipendiado públicamente, nos da gusto que le vaya mal, aunque para algunos investigadores la risa es una forma de fortalecer las conexiones sociales, es decir, el sentido de pertenencia al grupo.
Igual cantidad de razones existían cuando en la Inquisición se quemaba en público a los infractores religiosos y la gente aplaudía con gusto, o cuando Enrique VIII le cortaba la cabeza a sus enemigos, en la Torre de Londres y se llenaba toda la plaza para aplaudir con gusto al verdugo. Así cayó el escritor, teólogo y jurista Tomás Moro y la misma suerte corrieron, en la ahora Plaza de la Concordia, en París, Luis XVI, Rey de Francia y la Reina María Antonieta.
Todo esto justifica que, según los neurocientíficos, existe un centro de morbosidad patológica que tenemos, en mayor o menor grado, en el cerebro, por lo que nos da gusto el mal ajeno. Lo anterior está sucediendo en Nuevo León, pues después de que Fernando Elizondo dejó el gobierno y los empresarios y la prensa amplificaron los grandes errores que ha tenido el gobernador en su gobierno, no concediéndole tregua alguna, hay un sentimiento colectivo, morboso, que desea que lo cesen, junto con su equipo, para poder satisfacer ese instinto destructivo, que de crítica se convierte en morboso y se asemeja a la risa festiva que tenemos cuando alguien se cae en la calle.
Espero que este análisis “medio científico”, pero bien documentado, nos haga meditar en lo que Freud llamaba “la psicología de las masas”, que es aquello que en el Coliseo Romano se festejaba cuando los leones se comían a los mártires cristianos. A eso le llamaban circo y entretenía al pueblo.
DESCARTES: Pienso, luego existo… El circo tiene una explicación morbosa, cerebral, y estamos imitando, sin darnos cuenta, el cruel circo romano.