Dice Octavio Paz en su ensayo “Máscaras Mexicanas”, que “el mexicano establece un muro infranqueable entre la realidad y su persona”, no quiere verla, no le gusta y sencillamente la ignora o mira para otro lado.
Sea cierto o no, la frase viene a mi mente una y otra vez al conocer los recientes resultados electorales, así como las reacciones de muchas personas “de oposición”, lo que me lleva en estas líneas a intentar entender los primeros y descifrar la razón de las segundas.
Por un lado, si asumimos como ciertas todas las denuncias verbales y presuntas evidencias que se argumentaron en contra del partido gobernante, resulta entonces difícil entender su triunfo, gracias al voto de un electorado que lo favoreció “a pesar de todo”, esto es; aun por encima de una realidad que dicho electorado se rehusó a aceptar.
Por otra parte y ante la derrota, la temprana reacción de muchos opositores de argumentar “fraude” sin exhibir pruebas que hagan suponer tal, indica también una negación a aceptar los resultados de un proceso democrático electoral, que si bien tiene fallas, quienes hemos participado alguna vez en él, sabemos que no es fácil alterar las actas de casilla y que de ser así, es posible demostrar dicha alteración con las copias que conserva cada partido.
Pero no aceptar o cuestionar la aritmética simple de los números, es al fin de cuentas otra forma de evadir la realidad, con un “no lo acepto porque no les creo”.
La democracia es un modelo político de coexistencia que para que funcione, requiere de los ciudadanos un conocimiento básico de su realidad política y social, que de no darse, deriva en resultados aberrantes y el consiguiente fracaso político, (entendida la política, como uno de los mejores valores humanos).
Tal vez en el mejor de los casos, si por un lado se demuestra que el fraude no se dio, y por el otro se acepta democráticamente la derrota, nos quedará A TODOS la difícil pero ineludible tarea por tanto tiempo postergada, de redescubrirnos y reinventarnos como mexicanos, en este México del siglo XXI.
