Recién desembarcado del así llamado viejo continente, en donde la vida me regaló la oportunidad de conocer a Mateo mi tercer nieto y beberme por los ojos la historia y belleza de París durante unos cuantos días, me dispongo a pergeñar estas líneas mientras a esta misma hora en otro continente, considerado aun más viejo que el que acabo de dejar, una mujer norteamericana está por aterrizar en el aeropuerto de Taipéi, capital de la República de China, nombre oficial de Taiwán, a despecho de la República Popular China, que no ve con buenos ojos la injerencia de EUA en su espacio asiático, particularmente luego de haber reiterado su intención de integrar a Taiwan en:
“Una sola China” y qué: si la visita de Nancy Pelosi llega a realizarse, EUA “deberá pagar el precio”.
Así pues, cualquier desenlace de dicha tensión es posible, desde que solo se intensifique la guerra comercial entre chinos y gringos, hasta la nefasta posibilidad de que en las próximas semanas no quede quien escriba artículos como éste, ni nadie que los lea.
Todo debido a la desmedida ambición humana, que enmascarada bajo cualquier ideología, termina siempre en hacer del hombre el lobo del hombre.
Dicho esto último con todo respeto para los “Canis Lupus”, que al menos en su manada, tienen un mejor “sentido social” que nosotros y cuya mala fama es una reminiscencia de la ignorancia medieval, pues el lobo no es peor ni mejor que otros animales salvajes, aunque sea difícil de creer para quienes aún creen el cuento de la Caperucita.
Y hablando de políticos, de lobos, de ignorancia y de creer en cuentos, resulta difícil entender cómo después de 6000 años de supuesta civilización humana, dependa del criterio de unos cuantos si mañana amanecemos o nos evaporamos, yo, tu, ese y aquel, convertidos todos en cenizas radioactivas.
Así como que haya quien crea en redentores sociales que ofrecen un mundo justo y feliz, que aparecerá ipso facto cuando ellos tengan el poder. Creerles, más que ignorancia es estupidez.
No, el hombre no es el lobo del hombre, si acaso lo fuera, tendría que ser un lobo muy estúpido.