La mañana olía a domingo y por lo temprano de la hora, sólo el ocasional gorjeo de algún ave mañanera rompía el silencio que se esparcía sobre la calle solitaria.
Desde mi balcón como casi a diario, me aplicaba a la a veces tediosa pero obligada rutina de ejercicio con la que según creo, me mantengo apto e independiente, o cuando menos me hace sentir cómo la sangre y el oxígeno corren por mis venas y con ellos corre la vida.
El turno tocaba ahora a las piernas con sencillos movimientos de estiramiento lateral, cuando desde el fondo de la calle me llegó un vago y débil sonido, algo como un sordo y repetido golpe cuyo origen no alcanzaba a ver.
Mientras mi pierna seguía con el movimiento lateral, el sonido fue aumentando hasta que en mi ángulo de visión apareció un hombre mayor en una pequeña bicicleta sobre la que no pedaleaba, sino que se impulsaba pesadamente con solo uno de sus pies, que al tocar el pavimento producía aquel débil y cansino sonido.
Sin proponérmelo vino a mi mente la imagen de “la draisiana”, la tatarabuela de todas las bicicletas inventada por el alemán Karl Drais allá por el siglo IXX, que sin pedales funcionaba sólo con el impulso de las piernas y es considerada el primer vehículo efectivo de tracción humana.
En esas cavilaciones estaba cuando justo frente a mí, el fallido ciclista se detuvo para reacomodar la cadena de su bici en la estrella, y luego de un par de minutos, reanudar lentamente su marcha pedaleando ahora cansadamente con ambos pies.
Totalmente abstraído en mis pensamientos y en mi rutina mientras lo veía arreglar su bici y retomar su camino, observé como el viejo ciclista se alejaba por la calle silenciosa y desierta, cuando de pronto me percaté de algo totalmente inesperado que me sorprendió, sin darme cuenta el movimiento de mi pierna ya no era lateral sino que pedaleaba sobre un pedal imaginario al mismo ritmo que lo hacía él.
Nunca como ese domingo, había experimentado cómo de forma tan natural puede surgir ese sentimiento de solidaridad humana llamado empatía. Tal vez ya va siendo hora de pedalear todos juntos.