Aunque ya antes algunos estudiosos como el psiquiatra suizo Carl G. Jung habían incursionado en el amplio y misterioso laberinto del esoterismo oriental, tal vez su difusión y popularidad en occidente se inició en 1956, con el libro “El tercer ojo” del inglés Cyril H. Hoskin bajo el seudónimo de “Lobsang Rampa”.
A partir de entonces, muchas tesis, dogmas, teorías y paradigmas esotéricos nos han llegado de aquellas latitudes, siendo que algunos de ellos han tomado carta de naturalización occidental, tropicalizándose en técnicas como el “Mindfulness”, quizás para hacerlos más accesibles a nuestras entendederas, ya que cuando se trata de autoconocimiento y de darle explicación al sentido de la vida, la mentalidad oriental discurre por caminos muy distintos al de nuestras mentes euro-americanas.
Por otra parte en nuestro muy occidental afán de clasificar y ordenar elementos, “metemos en un solo bote” todas esas ideas, adicionándoles otras de orden psicológico, científico, medico y hasta místico o mágico, todo bajo el título de “Desarrollo personal”.
Nada de esto es criticable, cualquier herramienta es buena, si hace más llevadera la tan frecuentemente complicada tarea de sobrevivir física y emocionalmente en el mundo que nos toca vivir, pero a veces, esas herramientas se toman al pie de la letra, literalmente, convirtiéndose en mandatos imposibles de realizar o de cumplir, como es el caso de la idea del vivir “el aquí y el ahora”, tan llevado y traído como una fórmula mágica que nos permite vivir felices y no preocuparnos del pasado ni del futuro.
Nuestra vida se desarrolla en dos dimensiones:
tiempo y espacio y si por ahora dejamos para otra ocasión a la segunda, encontraremos que en cuanto al tiempo: pasado, presente y futuro son elementos inseparables de una misma acción: la de vivir.
El momento presente es tan efímero y fugaz, que sólo la consciencia plena puede percibirlo y sólo podemos aprender de él, cuando ya se volvió un pasado al que llamamos “experiencia”, sólo así y entonces, podemos prevenir el instante futuro que llega sin que nos demos cuenta.