Hoy quiero darle gracias a la vida, porque me ha regalado tanto…tanto, que no tengo palabras para expresarlo.La vida me trajo al mundo en el seno de una familia que me ha enseñado el arte del trabajo arduo, del valor de la generosidad y de la entrega sin límites.
Me dio unos padres que con su ejemplo de tenacidad y con su valerosa capacidad para sortear todas las adversidades, me dieron la fortaleza suficiente para enfrentar todo aquello que esta misma habría de traerme.
Viví una niñez feliz y una adolescencia llena de sorpresas y regalos grandiosos.
Mi vida eran solo sueños e ilusiones.La juventud fue un periodo de grandes experiencias y un sinfín de aventuras. Subí cerros, bucee en los mares, me enamoré y también amé. En fin no me puedo quejar.La adultez me ha sorprendido con sus luces y sus sombras, con éxitos y con fracasos, con sus encuentros y sus desencuentros y con grandes contradicciones.
Ayer recibí un premio nacional y fui públicamente ovacionada y al día siguiente era nada…nada…nada.Sí, es verdad que a través de la misma me he llevado algunos mal sabores.
Sin embargo, también me he encontrado con grandes inesperadas y bellas sorpresas. ¡Albricias! Una palabra dulce y amorosa, un consejo sabio y con ello he visto como se abre el cielo. Y me digo a mí misma.
¡Por fin aprendí! Que hay gente que estará en mi vida por un instante, otras habrán de estar permanentemente y otras habrán de irse, mudarse, cambiar, algunas se llenarán de hijos y de nietos y ya no quedarán en ellas, sino breves espacios para el reencuentro o tal vez no lo vuelva a haber...porque yo he cambiado y es muy probable que los otros también.
De una cosa si estoy cierta, la historia no siempre les otorga algún crédito a los vencidos. Frecuentemente, la vida les concede la razón a los poderosos.
Finalmente, a falta de mis padres he tenido como maestros a mis hermanos Francisco y Leticia... ellos me llevan solamente unos cuantos años de ventaja.
¡Pero con eso basta!