Cultura

Madame Gauguin

  • Taller Sie7e
  • Madame Gauguin
  • Laura Olivia Hernández

¿Cuál es la frontera entre lo real y la ficción en una novela biográfica? A veces es tan impresionante la personalidad de los padres que los hijos toman distancia y se sublevan a ese círculo.

Eso le pasó a Aline Gauguin, mujer muy herida en su infancia; silenciosamente va adquiriendo distancia de su historia familiar, para reconstruirse y crear ensambles sólidos tan necesarios en cualquier época, sea la mitad del siglo XIX o en este XXI.

Madame Gauguin es una novela, inicia con un monólogo en la víspera del funeral de Flora Tristán. Aline, con aguja de plata, va hilando en cada puntada los reclamos contenidos, el abandono, su falta de atención, el abuso de un padre, la exposición de su inocencia. Sus bordados son un bastidor catártico.

Curiosamente, en la frialdad silenciosa de una tumba, es la primera vez que tiene una conversación de madre a hija.

“Voy a quedarme aquí un poco más, aunque me cueste, porque tengo la impresión que nunca regresaré; ¿Para qué iba a volver? No tenemos nada que decirnos ya. Palabras, no. Solo ese revoloteo amargo en mi pecho.”

Fietta Jarque: escritora peruana, crítica de arte, da voz a la madre de Paul Gauguin en este libro, lo considera un eslabón que une dos personalidades extremas. Es el resultado de años indagando, tal vez, para saber por qué quemaron “Peregrinaciones de una Paria” en Perú. En el texto hay una raíz peruana y francesa que brota constantemente.

La protagonista evoluciona, va reflexionando sobre la ausencia de un padre verdadero en tres generaciones, es una llaga en sus recuerdos, no lo tuvo Flora Tristán, ni Aline, ni sus hijos Marie y Paul.

Interioriza en el discurso, su feminismo a diferencia del de Flora, es íntimo, reservado, independiente. Se aprecia la influencia de ella en la vocación de su hijo.

Leer entre líneas para separar la ficción de lo real, es como quitar la sal y pimienta de un platillo, las sensaciones van formando nuevas redes de búsqueda para ir cubriendo esa sed interminable que provoca la lectura.

Hay espíritus tan libres que asombran, encienden el fuego, develan la pasión por vivir y transcender. Los gritos “¡Mi cuerpo es mío! ¡la culpa no era mía!” son hoy una sinfonía, gracias a voces feministas que araron el camino como la vida de Aline Gauguin. Carpe diem.

Laura Olivia Hernández


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.