¿En cuál lado de la red está el balón de la educación? Es muy frágil el cristal con que se juzga el papel de la escuela, del maestro en una comunidad.
En la vorágine diaria, maestros, alumnos, padres, abuelos, tías, vamos juntos, formando y transformando. No hablo de un ideal, veo frutos cuando llegó a un laboratorio y la chica que extrae la sangre, dice: “¿cómo le va maestra?” Y el gerente del banco lo mismo, y la doctora, el ingeniero, o el taxista, la mesera.
Cada uno con su destino y oficio ha tocado una fibra íntima que fortalece y decir en su voz clara mi nombre, iluminan ese camino mágico que es la docencia.
Es muy común escuchar que los adolescentes son insufribles, se nos olvida, que ya vivimos esa etapa; entonces ¿por qué tanto drama?
Guiarlos con amor, darles confianza para que su autoestima se fortalezca, comprender sus arrebatos y divertirse juntos, en un ambiente activo, democrático, humanista es crear un terreno fértil para la enseñanza.
Estos principios no surgen hoy, han sido la base de muchas teorías educativas. Es el fortalecimiento de valores que desde casa nos acompañan, para realizar la parte que nos corresponde en nuestras tareas diarias.
Son reveladoras las opiniones que surgen en clase después de una lectura, sea un poema, ensayo, cuento, los jóvenes se expresan con claridad, al principio con un poco de temor, ¿es fácil expresarse frente a un grupo?
Moderar su voz, dejarlos decir sus pensamientos, en libertad. Avivar el mundo de las ideas como un fuego crepitante capaz de quebrar el interior helado de la indiferencia, hace que ellos busquen autores y así nacen los lectores.
El maestro Emilio Benavides, en una ocasión escribió en su columna del Sol de papel, cuando Aurelio Regalado y Roberto de León González eran los editores, que mis ideas sobre la lectura eran como sueños, que me convenciera de ello, de eso hace 15 años, su comentario me hizo muy feliz, porque sentí que tenía un lector.
La tarea de educar y de generar lectores es un propósito silencioso, sólido como tierra firme, divertido como una fiesta. Se ignora hasta dónde llegará la influencia de un maestro y de un libro.
Al recibir la medalla Rafael Ramírez, agradezco a mis alumnos que han sido la inspiración, a mi madre, a mi hermana, las amigas, los amigos, y al poeta Juan Jesús Aguilar. Carpe diem.
