Está claro el futuro de la televisión: cuándo —nosotros decidimos qué programas ver y en qué momento—, dónde —en casa o fuera de ella— y cómo —desde el celular, tablet, computadora o televisor tradicional.
En esta realidad en la que el internet es el medio de distribución del contenido bajo demanda, están surgiendo nuevas compañías que han venido a desquiciar el esquema tradicional de la televisión. Ninguna ha tenido más impacto que Netflix.
Desde hace tiempo, Clarovideo, de América Móvil, y Klic, de Cinépolis, operan en nuestro país con un modelo de negocios similar —el cual se le conoce como OTT, por over the top—. Y la semana pasada se subió al ring Televisa, con Blim.
Es evidente que esas grandes empresas mexicanas están haciendo una apuesta importante en el modelo televisivo de contenido bajo demanda. La pregunta es qué tan exitosas serán. No quiero ser negativo, pero les auguro un futuro complicado frente a Netflix.
De entrada, Netflix les lleva una ventaja significativa. Ofrece contenido vía streaming desde 2007 y hoy cuenta con presencia en 190 países, incluido México. Su tecnología es la más avanzada del mercado y su interfase la más amigable. Conoce bien y tiene cantidad de información de sus clientes. Su catálogo de películas y series es difícil de superar.
La clave del negocio de OTT es contenido de calidad. Pero para comprarlo o producirlo hay que desembolsar mucho dinero. Con un valor de mercado superior a 40 mil millones de dólares, Netflix cuenta con los recursos: su presupuesto para contenido este año es de 5 mil millones de dólares. No veo cómo Televisa, América Móvil o Cinépolis puedan asignar una cifra remotamente similar, sobre todo al considerar que estas empresas tienen otros negocios que atender.
Netflix se puede dar el lujo de gastar tanto porque tiene una base de clientes que supera 70 millones y paga una renta mensual. En comparación, el número de suscriptores de Clarovideo y Klic es marginal —Blim aún no figura—. Como referencia, en México Neflix es líder indiscutible, con una cuota de mercado tres veces mayor al primero y siete veces superior al segundo. Sin una masa crítica, me pregunto cómo financiarán las empresas mexicanas el contenido que requieren para competir.
Es posible que exista mercado para varios jugadores OTT. El precio, sin duda, será un determinante de éxito. Quizá también habrá espacio para jugadores de nicho. Pero por desgracia veo difícil que un jugador mexicano se posicione como un rival relevante de Netflix.