Negocios

Pemex: una curita para una hemorragia

Utilizando ingeniería financiera Pemex logró obtener hace un par de días un financiamiento de 12 mil millones de dólares en términos favorables. Buena noticia, sin duda, aunque está lejos de resolver los enormes problemas de la petrolera más endeudada e ineficiente del mundo. 

Estos recursos le dan oxígeno a Pemex, pero no lo sacan del estado crítico en el que se encuentra. Para poner en perspectiva el reto que enfrenta, en 2024 perdió más de 30 mil millones de dólares y apenas el mes pasado registró las exportaciones petroleras más bajas en 35 años. Su deuda financiera supera los 100 mil millones de dólares y en 2026 enfrentará vencimientos por 18 mil 700 millones. Sus deudas con proveedores rebasan los 20 mil millones de dólares y sus pérdidas por robo de combustible siguen siendo cuantiosas. 

Hay quienes sugieren que el gobierno federal debe tomar medidas más drásticas y reconocer de una vez por todas la deuda de Pemex como deuda soberana. La petrolera no tiene la capacidad de cumplir sus compromisos financieros por sí misma y prolongar su agonía solo eleva los costos. Pasarle la deuda al Estado, además, bajará su costo y le quitará a la empresa una carga insostenible.

Entiendo el punto y tiene cierta lógica. Sin embargo, una medida así también generará una serie de problemas. Arriba de la lista está que asumir 100 mil millones de dólares de deuda de golpe presionará aún más el grado de inversión de México. Una degradación de la calificación soberana encarecerá el costo de la deuda tanto para el gobierno como para las empresas. Quizá más importante, rescatar a Pemex en estos términos representa un premio a la ineficiencia y lo absolverá de tomar las decisiones difíciles que tanto necesita. La deuda impone disciplina. 

El petróleo sigue siendo un gran negocio. Solo hay que ver los resultados de empresas como ExxonMobil y Shell. Pemex no debería perder dinero. Le urge ser más eficiente, reducir el robo de combustible y enfocarse en sus negocios más rentables, sobre todo la producción, en lugar de seguir apostando por divisiones deficitarias como la refinería.

Si se trata de medidas drásticas, el gobierno debe empujar estos cambios en lugar de absorber la deuda de Pemex o de utilizar ingeniería financiera. Pero no parece haber voluntad política. Claudia Sheinbaum anunció en febrero que no habrá despidos, a pesar de evidentes excesos de personal. La refinación, donde se encuentra Dos Bocas, es responsable de gran parte de las enormes pérdidas de la petrolera y veo casi imposible que esta administración dé reversa a un negocio que impulsó López Obrador. El combate al huachicol sigue siendo insuficiente. 

La creatividad financiera del gobierno permitió diseñar un mecanismo innovador de fondeo (notas precapitalizadas), que recaudó 12 mil millones de dólares sin otorgar una garantía estatal formal. Aun así, la crisis de fondo sigue vigente: están intentando curar una hemorragia con una curita.


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Julio Serrano Espinosa
  • Julio Serrano Espinosa
  • [email protected]
  • Presidente del Centro de Estudios Espinosa Yglesias
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