Política

Miedo, serenidad y humor en la primera línea de defensa…

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  • Miedo, serenidad y humor en la primera línea de defensa…
  • Juan Pablo Becerra-Acosta

Digamos que aquí, en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), hoy está uno de los frentes de batalla, una de las primeras líneas de defensa del país contra el coronavirus. Y digamos que aquí hay una división militar de estoicos combatientes médicos dispuestos a lo que sea.

Aquí trabajan las personas que hoy mismo ya pelean, arriesgando sus propias existencias, para tratar de salvar cuatro vidas.

Aquí está la gente que, conforme pasen las semanas, intentará arrancarle más y más vidas a la muerte, para ponerlas a salvo.

Aquí están hoy, todos orgullosos, porque hasta ahora solo han perdido una batalla, la del primer fallecido en México por la pandemia, esa muerte acaecida el miércoles pasado que sí los impactó, aunque también los engalló.

Pero, ¿no tienen miedo quienes laboran aquí? ¿Y sus familiares? ¿Cómo viven esas emociones, cómo las gobiernan?

Mientras espera que pasen a recogerla en un coche, a unos metros de la entrada principal de Urgencias del INER, donde mucha gente pulula con tapabocas, la doctora Inés (ese es el nombre que escoge para la entrevista: se les ha pedido que procuren no hablar con la prensa, que eso es potestad del vocero designado), esta doctora erguida en sus años cuarenta, esboza una sonrisa plácida, mira con temple, no se muestra dubitativa un solo momento, se quita y dobla su bata, y repite la pregunta:

—¿Miedo? Sí. Todos tenemos miedo, pero los médicos sabemos vivir con eso. Tú también deberías tener miedo. Y todos los ciudadanos, porque eso es lo que nos puede hacer actuar, eso es lo que nos impulsa.

—¿El miedo como una defensa?

—Sí. Lo que necesitamos nosotros es que la gente no pierda el miedo. Así nos pueden ayudar, porque el miedo es lo que hace estar alerta a la gente. Todos —subraya el “todos”— deben sentirlo. Eso es lo que permite a la gente tomar seriamente la amenaza del coronavirus y guardarse. Eso, que no salgan, es lo que nos ayudará a los doctores para que tengamos menos casos aquí y en todos los hospitales…

***

Las dos doctoras van caminando rumbo al INER. Vuelven de comer. Una de ellas, Marcia, de 52 años, la que porta con orgullo su bata blanca del INER, veterana de otra guerra sanitaria, cuenta cómo se prepara para mantener la mente en calma ante el miedo natural de atender pacientes contagiados con un virus como el Covid-19:

—Pues nada más sabe uno que tiene que usar todas las medidas de protección. Así nos funcionó hace 11 años (en 2009, cuando la crisis del AH1N1). No hay otra manera de estar preparados: sabemos que morirá gente estos meses...

—¿Usted bloquea las emociones?

—Nunca lo he pensado… —ríe.

—No vive el miedo, no le hace caso…

—Pues no, creo que no, porque cuando llega un paciente grave se enfoca uno en atenderlo. Sentir miedo o no sentirlo a lo mejor lo pone uno de manera secundaria. Está lo que está, para lo que se alquiló uno realmente.

Para lo que estudió, practicó, ejerce, y para lo que le pagan, entiendo...

***

Él es Ramón, de 25 años y residente en Neumología. Andamos por Calzada de Tlalpan luego de que sale del INER. Mirada inmutable, apacible, para él lo que hay es serenidad, como quien está acostumbrado a batirse diariamente en el campo de batalla contra múltiples enemigos. ¿Y el miedo?

—Es que ya estamos acostumbrados. El coronavirus es una mutación nueva nada más de un virus que ya existe. La mayoría de los virus mutan frecuentemente, pero realmente no es como que nos genere miedo, incertidumbre. Es lo de todos los días: si no es coronavirus es influenza o es tuberculosis. Tengo precaución, obviamente, pero no tengo miedo de contagiarme. Y si me contagio ayudando, estoy en un lugar donde me pueden atender bien. Estamos preparados para cualquier cosa. Y a la gente, yo le diría que valoren el esfuerzo que hacemos. Estos días son fundamentales: si no tienen que salir, no salgan…

***

Ellas están de buen humor luego de haber comido. La más chaparrita, Elena, de 27 años, con su uniforme verde de afanadora del INER, tiene su propio Detente para protegerse, según chismean frente a ella sus dos compañeras de Administración. Dicen que para escudarse del coronavirus no solo se encomienda a Dios, sino a...

—¡Su jerga! —ríe una.

—¡Y a su mechudo! A tu cloro-jabón —se carcajea la otra.

—Y su desinfectante —la vacila de nuevo la primera.

Vuelven a su trabajo, no sin antes ponerse serias y decir que no, que no tienen miedo, que simplemente siguen las instrucciones para protegerse. Luego vuelven a hacer bullying a su amiga y, entre risa y risas, las tres desaparecen en las puertas del INER, allá en la primera línea de defensa.

Humor en tiempos del virus…

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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