La semana pasada redacté que, debido a que los secuestradores son monstruos que no se readaptarán jamás, de acuerdo a estudios de personalidad que les han practicado profesionales en la materia, deben ser exterminados (https://www.notivox.com.mx/opinion/juan-pablo-becerra-acosta/doble-fondo/hay-que-exterminar-a-los-secuestradores). Y señalé que solo hay dos alternativas para conseguir eso: la institucional, con poderosas unidades antisecuestro estatales, o la otra ruta: formar grupos civiles que los enfrenten y exterminen.
Hoy me ocupo de la primera vía: es indignante que pasen sexenios y sexenios y que los gobernadores (subrayo: en primer lugar los gobernadores) y los presidentes de la República no hayan sido capaces de formar, consolidar y expandir unidades antisecuestro en cada uno de los estados: en la mitad de las entidades ni siquiera funcionan. No tienen madre, la verdad. Aquel “Si no pueden, renuncien”, que les espetó Alejandro Martí en agosto de 2008, ni los inmutó.
¿Para qué demonios les pagamos? En primerísimo lugar, para que garanticen la seguridad de los ciudadanos. Si no pueden someter a secuestradores y extorsionadores, la mayoría seguiremos jodidos, viviendo en la incertidumbre y el miedo: hace mucho tiempo que los plagios dejaron de ser un asunto de millonarios. Los secuestradores se masificaron: en lugar de secuestrar a una sola persona con numerosos recursos pero potencialmente peligrosa, porque su captura podría echar a andar a todos los cuerpos de seguridad del Estado, los plagiarios optaron por obtener ganancias a través del volumen, de conseguir numerosos pequeños y medianos secuestros que no trascienden a los medios de comunicación.
Los gobiernos estatales y federales no tienen pretexto. Son de las cosas realizables que pueden hacer: establecer poderosos grupos de élite policial, entrenados, por ejemplo, en Estados Unidos, Israel y Francia, que ganen al menos el salario presidencial, que tengan buenísimas prestaciones, para que sean incorruptibles, para que sea un orgullo formar parte de esas unidades.
Dinero hay, es un asunto de voluntad: a finales de 2009 (¡hace diez años!) fue publicado el decreto presidencial por el cual supuestamente se crearon 32 Unidades Especializadas en Combate al Secuestro (UECS), una en cada estado. Las UECS, se dijo, estarían formadas por varias áreas: policial, ministerial, pericial y de atención a víctimas. Isabel Miranda de Wallace, de Alto al Secuestro, dice que la mayoría están abandonadas.
¿Usted había escuchado hablar de la UECS, como si habláramos de famosos equipos SWAT? La mayoría nunca se profesionalizaron adecuadamente y por eso no las conoce nadie. Ningún secuestrador las respeta y mucho menos les teme, quizá con la excepción de la unidad de la Policía Federal. Ahí están las contundentes cifras: los secuestros persisten y crecen en la mayoría de los estados. Y si en Campeche y Yucatán hay cero secuestros, entonces quiere decir que sí se puede.
Si los gobiernos no neutralizan a los cobardes secuestradores, a los ciudadanos solo les quedará la segunda vía, la vía violenta para defenderse, como ya ha ocurrido en algunos estados, en algunas ciudades…
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