En Torreón, estamos por saber si el actual alcalde Román Alberto Cepeda buscara -oficialmente- la reelección en el cargo, o si su partido, o más bien el ya casi gobernador constitucional Manolo Jiménez, decide otra suerte.
Con eso del casorio entre panistas y priístas ya no sabe uno por dónde irá el dedazo, la concertacesión, el le toca fulano y luego a zutano.
La fila de tricolores y blanquiazules es larga, y ahí están, aguantando, viendo, oliendo, tronándose los dedos, viendo de reojo a quienes les compiten, a quienes se portan aparentemente bien solo mediando la falsedad de sus posturas.
Al final, será el llamado “primer priísta del estado” el que decida quién sí iría por la codiciada alcaldía torreonense. ¿Será melón? ¿Será sandía?
Casi es el mismo caso el del relevo en la Universidad Autónoma de Coahuila, que de autónoma tiene lo que en el Palacio de Gobierno autoricen.
La cultura de la línea sucesoria es de grupos, sin opción.
Por cierto, dejo para más adelante un rumor -pernicioso- de quién pretende sentarse en la Coordinación de la Unidad Torreón. ¡Increíble!
Para la presidencia municipal de Torreón, entre prianistas tendrán que cocinar muy bien el platillo. Porque entre los suspirantes, todos del sexo masculino, la fama pública no es la más presentable.
Hay los que ya cayeron derrotados, los que ya fueron y añoran volver a ser, los que se autodestapan a sabiendas de que no serán nominados, los que su humor es tan negro que por ahí alzaron la mano a través de terceros “$impatizante$”. Les digo.
En nuestra querida Laguna coahuilense -y también en la duranguense- el arribo a la clase burócrata dorada, sea municipal o estatal, no es por trabajo propio, probado y comprobado.
En términos estrictos, la política ha estado lejos de ser hecha por políticos, más bien han sido personas alineadas, obedientes con los mandones en turno.
Por eso vemos, ya en ese ejercicio, a la senadora Martínez, quien no deja de aparecer en la foto al lado del todavía gobernador.
¿Hay una candidatura futura a la alcaldía de Torreón? Por ahora, la única candidatura encarrerada, vista y prevista es la del alcalde Román Alberto Cepeda.
Desde su púlpito de siete pisos, su gobierno va más allá de las consabidas críticas, más allá incluso de la maldad y fuego amigo que le despachan tanto de oficinas de su administración como de correligionarios del PRI y los panistas que añoran mejores tiempos.
Dicen que Román tendrá que hablar con Manolo Jiménez, que el diálogo entre ambos será la salida madura e inteligente al embrollo de quién será o no será el abanderado de la causa.
¿Cerrarán filas en torno al proyecto personal de cada uno a mediano y largo plazo? ¿Del 2024 priístas de Coahuila apuntarán fuerte, sin demagogia ni falsas expectativas, hacia otros niveles rumbo al 2030?
Esperemos que la decisión rebase el ego, el poder personalísimo con que se asumen.
La población y la ciudad merecen más de buena política, darle rumbo a tanto trabajo de su gente, a tanto talento de su juventud, tanta inquietud de la niñez, y tanta sabiduría y experiencia de sus adultos.
Necesitamos políticos hechos, de ideas, no inventos ni caprichos ni más imposiciones.
