La desgracia en que se ha convertido la violencia en nuestro país alcanza ya niveles inimaginables.
En promedio, 112 personas son asesinadas cada día, que es el dato más cruento de la realidad que padecemos.
A lo que se agrega un delito absolutamente inhumano: la desaparición de personas.
Éstas son 23 por día, de las que siete son mujeres, según números oficiales.
Y así, con una larga lista de atrocidades podríamos llenar este espacio semanal de Notivox Laguna.
Sin embargo, todo ese universo de números, cifras, índices, porcentajes y más herramientas e instrumentos de medición no corroboran sino lo que es, muy probablemente, la sinrazón del caos social en que (sobre)vivimos y que es, lo he subrayado en ocasiones anteriores, la profunda descomposición del sistema político y gubernamental en México.
¿A quién y a quiénes más podríamos responsabilizar de lo que venimos arrastrando hace décadas? ¿O son siglos? ¿Qué gobierno federal, estatal o municipal de veras se salva?
¿Dónde surge todo este dolor, coraje, tristeza, impotencia que sentimos de ver cómo sufre un pueblo que debiera situarse en muchísimas mejores condiciones de vida?
¿Es un asunto político? ¿Lo es económico? ¿De clases y estratos sociales? ¿De gente adinerada y gente empobrecida? ¿De buenos contra malos? ¿Quiénes son unos y quiénes son otros? ¿O es un tema de religiones y de fe? ¿Lo es de creyentes o de ateos?
¿El único culpable o el mayor culpable es el PRI? ¿Cuánto le toca al PAN? ¿Ahora a Morena? ¿A las alianzas enfermizas y procaces? ¿La culpa es del electorado? ¿El pueblo tiene el gobierno que merece? ¿Así es?
La multidiversidad de factores, de causas, pasan por todos nosotros. Muchos males de México inician en la casa, en el hogar, en la familia.
Y de ahí a la calle, a la escuela, a la interacción social, al trabajo, al recrudecimiento de la violencia en sus más inverosímiles manifestaciones. Nos pega el ambiente familiar, el de los centros de trabajo.
Nos pega la apología de la violencia que hacen los medios de comunicación que, no sé si sea o no intencional, pero ensalzan las actitudes agresivas, transgresoras, racistas, discriminadoras, antisociales.
La vida cotidiana englobada en notas de prensa que solo ven violencia porque, equivocadamente, creen que es lo que vende y los sostiene. Terrible error.
Yo puedo entender que ese periodismo, también, es y forma parte del control social impuesto de una y mil maneras por los poderes político y económico.
Ahí está la guerra en Ucrania, como ejemplo indiscutible.
Hoy, el tema de violencia, de la inseguridad, de todo esto que vemos, escuchamos y leemos a diario en los medios, nos sujeta y nos manipula.
¿Seguimos buscando culpables?