Política

Peregrinar y danzar aquí

  • Columna de Juan Noé Fernández Andrade
  • Peregrinar y danzar aquí
  • Juan Noé Fernández Andrade

Informan que fueron 90 mil las personas que recorrieron el trayecto del bosque Venustiano Carranza o de la Alameda Zaragoza al edificio de la iglesia de Guadalupe, en la Juárez y Ramos Arizpe, donde el corazón de Torreón late a todo lo que da.

Del 19 de noviembre al 11 de diciembre, los feligreses, mujeres y hombres, desde casi recién nacidos hasta adultos ya en edades superlativas, caminaron a paso lento por la conocida avenida con el nombre de Benito Juárez, quien hace más menos 170 años separó los bienes de la iglesia para agenciarlos al Estado Mexicano. 

En fin…

Alrededor de 160 grupos peregrinaron en la tradicional romería cristiano católica que en este 2024 cumplieron 78 años de rendir culto a la Morenita del Tepeyac, como llaman a la madre del pueblo.

Y sí, es la población de determinado sector social la que sale y toma las calles para danzar, orar, cantar, reanimar su ánimo y su fe religiosa, católica más propiamente. 

Caminan porque creen, porque creen que al estar unidos en esos contingentes sus rezos y plegarias serán escuchados por la virgen María de Guadalupe. 

La práctica es de una clase social, porque nació por idea e iniciativa de trabajadores, de obreros torreonenses que establecieron lo que fue inicialmente un acto de agradecimiento y esperanza para su vida personal, familiar y laboral, y que con el paso del tiempo se ha convirtió en una costumbre infaltable y esperada. 

Peregrinar en honor, por amor y por fe a la Virgen de Guadalupe es, en sentido estricto, lo que brinda a los ojos una cohesión social en la ciudad, pero enfáticamente de una clase social. 

Es lo evidente, la razón de ser de la fecha. Peregrinar y danzar en Torreón, aunque no se diga, es parte del pensamiento y mentalidad de una parte de la raza. No de todos.

Vemos gente de capacidades diferentes, de diversas edades, por quienes ruegan o plantean que la virgen de Guadalupe les haga el milagro de sanar y vivir de una manera menos estrujante, sin lamentos ni penurias. 

Hay devotos en vehículos automotores adornados hasta donde les es posible y se les ocurre para reiterar su fe “a la virgencita”. 

Música en vivo o grabada, las danzas matlachines se suceden una tras otras, atrapan la mirada de las vallas humanas que acudimos a observar el ritual, a tomar fotos, videos, a escuchar sus rezos… Dos kilómetros desde la alameda hasta el templo guadalupano, que por azares de la historia quedó enclavado en el populoso sector alianza, cuna de la ciudad y de todas las historias posibles e imposibles.

A lo largo del camino la venta de todo hace que huela a todo, lo que pinta el folclore lagunero, el del pueblo que no puede ir a El Vaticano a ofrendar su danza como un grupo que nadie sabía que existía pero que fue llevado a Italia a costa del erario público. 

Estoy convencido de varios grupos que danzaron este 2024 ahí en la Juárez, presentaron un mayor dominio estético del ritual al ritmo de las tamboras, violines, guitarras… 

Y en su colorido mosaico, se escucharon y fuerte los mariachis y la infaltable música nortea.

Ahora sí que, al menos en Torreón, estas peregrinaciones suavizan la convivencia social que tanto nos hace falta mejorar y acrecentar. 

Y sin embargo, ¿por qué acentuar las diferencias en este capítulo de una celebración totalmente popular? Bueno, el sincretismo coahuilteca verticalísimo.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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