Y tan tan.
De Miguel Riquelme siguen ahora los dimes y diretes, los comentarios a favor y en contra se harán presentes en todos los tonos.
La revista Proceso recién publicó un amplio texto sobre presuntas empresas familiares e ingresos superiores a su sueldo.
Sí, desde luego que hubo aciertos y errores dentro de la burbuja creó.
De que todo fue grilla (política barata), de que hay nuevos ricos, de las obras innecesarias y de las que no emprendió, de que la seguridad pública es lo más reconocido (con el apoyo del gobierno federal vía Ejército), de la deuda pública impagable, impune y limitante.
Riquelme no escapará, como ninguno de sus antecesores, ni de la aprobación ni la diatriba.
Y sí, hubo cosas buenas, y malas, pésimas. Miguel, ex mandatario, se adueñó de voluntades, implantó su estilo y tejió redes de poder. Controló.
Le darán la candidatura rumbo al Senado y competirá en las urnas contra Morena. Acarreará votos a la causa de su nuevo partido: el Prianrd.
Llega Manolo Jiménez Salinas (MJS) al Palacio de Gobierno. Él, según los oficiosos comentócratas, renovará el rostro de la administración.
¡Urge! Es un enorme reto, porque, digan lo que digan y pregonen lo que pregonen, la sociedad está grogui por el férreo control oficial existente a lo largo y ancho de Coahuila.
La deuda pública, la intromisión moreirista, el gobierno morenista, el infumable Metrobús (mil conjeturas recorren su ruta), problemas no atendidos, bajos sueldos en general, una latente militarización en el territorio estatal, un preocupante y creciente consumo de drogas entre niños y jóvenes, el narcomenudeo… una prueba para su temple y talante.
Entramos a otro capítulo de la historia en Coahuila, con un 2024 retador que apenas da cabida a la lógica política.
La cultura del quehacer público estatal hace alarde y se maquilla, camina ufana, en automático, sus resultados electorales la catapultan.
El arribo del joven político saltillense no deja de ser un aliento a nuevos tiempos y mejores fórmulas.
Pero, por favor, que no negocie lo innegociable, ni la paz ni la seguridad pueden ser moneda de cambio a costa de la salud de las nuevas generaciones.
Las demandas de muy diversa índole están ahí, en las calles, en las aulas, en los centros de trabajo, en las universidades libres y en la opinión de la gente que da pasos zigzagueantes.
Sabemos que el gobernador en turno es, por su discurso, un político conservador, de otras expectativas y otros criterios, disímbolos, que hereda pasivos financieros, sociales y políticos, y que encabezará una entidad que se vende bien.
El momento, así, es propicio para reinstalar la confianza, la pluralidad, el respeto a las voces discordantes que necesariamente también construyen.
Porque mientras él, MJS, asume a cabalidad el cargo conferido, la población coahuilteca -dependiendo de su estrato- se dedica a lo mismo: a vivir para trabajar y no a la inversa. ¿Cómo?