Política

Ese periodismo, esos periodistas

  • Columna de Juan Noé Fernández Andrade
  • Ese periodismo, esos periodistas
  • Juan Noé Fernández Andrade

Y los escucho en espacios nacionales como Tercer Grado, El Heraldo Radio y Radio Fórmula (México), y otras voces –melosas- ansiosas de figurar; los leo en Excélsior, El Sol de México, El Universal, El Financiero y El Economista; y en “analistas” de medios impresos locales y sin raíces propiamente periodísticas pero ubicados con oportunismo en instituciones oficiales de Coahuila. 

En otros casos elaboran notas simples de contenidos tendenciosos. 

Y en las redes (anti)sociales, su intolerancia, racismo y permanente discriminación raya en acciones y palabras de odio. 

A veces, por desgracia cada día con más frecuencia, el periodismo se llena de odio. 

Y no es porque sea Andrés Manuel López Obrador el blanco de sus ametrallamiento, que lo ha sido por largos largos años y solo lo fortalecen, sino porque ahora sí que todo ese grupo “espontáneo” que lanza dardos envenenados contra él y su administración, le apuesta a la violencia.

¿O cómo se le puede llamar al bombardeo diario y en toda emisión de ese periodismo? ¿No es violencia? ¿No es violento ese periodismo?

Desde luego que hay errores en el gobierno federal, como los ha habido en todos y los seguirá habiendo, ya no se diga a nivel municipal y estatal y sus instituciones y dependencias, donde empieza el desorden administrativo, corrupción, amiguismo, nepotismo y se gesta la abultada carga de deudas públicas.

Pero de eso, a asumir un periodismo golpista, nostálgico de peores etapas de la vida nacional, porque un presidente no es de su agrado ni simpatía y los ha afectado el flujo de dinero que antes recibían, la distancia es mucha y es de índole moral. 

Habría que incursionar en la ética periodística, en los principios deontológicos que guían a cada medio y observar si quienes forman de ellos cumplen o incumplen ese compromiso social ante la opinión pública.

Recuerdo cuando otro “colega” que forma parte de ese equipo golpista de la no derecha, Pedro Ferriz de Con acusó, sin pruebas, al maestro Julio Scherer. 

Era septiembre de 1995 y lo señaló de corrupto, de haber hecho un depósito millonario en dólares en un banco estadounidense. 

Prometió mostrar la documentación que correspondía y evidenciar a Scherer. 

Como tenía que ser, el viejo y desaparecido maestro de maestros del periodismo lo demandó judicialmente y esperó a que Ferriz de Con presentara sus argumentos. Nunca lo hizo, había sido una mentira. 

El locutor tuvo que desdecirse, quedó en ridículo –como sigue quedando ahora ante AMLO- y recurrió a un simple: “me fallaron mis fuentes”, tal como hizo hace unos días un veterano Raymundo Riva Palacio, y un Sergio Sarmiento que de plano habla y escribe con el hígado, y que prefiere especular ante la falta de información.

En fin, ese periodismo y esos periodistas se ahogan en un pantano de deshonestidad y falta de credibilidad. Están en su karma. 

No defiendo a AMLO ni a su 4T, solo resalto, como periodista, que un ejercicio así de colegas y medios no se vale, no da lugar sino a la confrontación inútil, su efecto es precisamente al revés de como lo pretenden. 

Cierto que por muchos años, el modelo priísta enfermó la relación gobierno–prensa, la pervirtió, a unos y a otros los señala la corrupción. 

Ejemplos sobran, y si es necesario, podemos irlos desmenuzando en esta columna semanal, será algo muy interesante.

¿Para qué tanta insidia, distorsiones, rumores, calumnias, especulación, chismes, filtraciones, bombardeo inclemente de mentiras, de comentarios alejados de la serenidad, compromiso y responsabilidad que exige el buen periodismo?

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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