1.Me llamó la atención lo dicho por el alcalde Jorge Zermeño, al retomar su cargo tras buscar una diputación federal.
Dijo, en referencia a la próxima administración: “… tienen las puertas abiertas para que la transición sea honorable, como lo exige la ciudadanía…”.
Una declaración conciliadora en un contexto social en el que se privilegia la denostación porque sí.
Palabras que, en boca de un político, suenan prudentes.
Sí creo que en Torreón -como en el país entero- las autoridades de ayer y de hoy, sin excepción-, bien podrían pedir perdón por tantos abusos, mentiras y hasta traiciones cometidas.
Un perdón como alternativa que amaine no las insalvables diferencias clasistas, sino los estropicios cometidos y que han dañado a la población.
Pondero, a su vez, que la prensa recogiera el mensaje del alcalde, porque en los medios radica mucho del encono sembrado en la sociedad, abandonando la tarea de informar con veracidad.
Ni para qué ahondar en el presunto análisis que se hace en la industria mediática.
2.Cultura urbana. Recorrer LGPTy+, e interpretar lo que dicen paredes, bardas, anuncios, murales, grafitis, pegas, leyendas en taxis y camiones; ver a los peatones, vagabundos, a personas sentadas en las bancas públicas, los puestos de comida, hasta hallar un:
“Pensándolo bien, quisiera ser lo que era, cuando quería ser lo que ahora soy”.
No hay duda, como dijo el inolvidable Ernesto Cardenal:
“Somos palabra en un mundo nacido de la palabra”.
La palabra honra.
Escuchémonos todos.
3. Esta semana fui a comer a una modesta fonda en la avenida Abasolo.
Hacía tiempo que no iba.
Sus platillos caseros se disfrutan.
Justo a 15:39 horas escuché de boca del comensal de al lado:
“¡Gracias Dios, porque del millón de mujeres que he conocido no tengo ninguna y vivo en paz!”.
Lo vi de reojo.
Un minuto antes había pasado frente a mi con una zanahoria en cada mano, verduras que metió en un pan francés, le puso pico de gallo y ¡pa’ dentro!.
Alto, delgado, de tenis y una boina tipo española, tarareó el fragmento de una canción de Mocedades.
De repente pidió que todos lo acompañáramos en su interpretación.
Seguimos comiendo, quién sabe qué masculló.
