Señor alcalde electo:
El motivo de esta carta pública es sencillamente para invitarlo a que sea un buen presidente municipal de Torreón.
Para ello, independientemente de cómo haya ganado y bajo qué siglas partidistas, estará en el cargo a partir del 1 de enero próximo y es requisito insalvable, creo yo, que sea Usted una buena persona.
La población toda, sin distingos de nada ni privilegios para nadie, y la ciudad y su historia, merecen un alcalde honesto.
Un alcalde que no caiga en las tentaciones vulgares que el poder político y ser autoridad, en este caso municipal, han corrompido toda la estructura gubernamental en nuestro país, sin que Torreón ni Coahuila sean la excepción.
Yo lo invito a que aspire a ser el mejor alcalde que hayamos tenido.
Que no haga pedazos la maravillosa oportunidad de serlo por falta de visión, de temple, de agallas, de inteligencia, de sensibilidad o por inescrupulosamente cuidar los intereses de unos cuantos.
Dé señales de que sí piensa en función de los intereses de los torreonenses, de su niñez, juventud y adultos, sus mujeres y hombres, de las –qué triste- diferentes clases sociales que deben ser vistas y tratadas por igual.
Que su gabinete lo integren servidores mujeres y hombres de reconocida solvencia moral, ética, capaces, probos a lo largo de su trayectoria personal y profesional.
No juegue Usted el mismo juego perverso de nombrar a individuos sin méritos de ninguna especie, ni a los abyectos de siempre, sume de veras a perfiles adecuados en cada área de su gobierno, no designe ni acepte imposiciones de nadie, ni siquiera del Palacio Rosa y menos de su propio partido.
Torreón es más que una administración municipal, un partido y todavía más que grupitos autoritarios, oportunistas y mediocres.
La ciudad, repito, por su historia, merece, un gran trabajo, una recomposición global que logre reinsertarla en aquellos escenarios que la dignifiquen y honren a su población.
Rompa mitos, camine por las calles y las colonias, en los paseos públicos, métase a donde vive y sobrevive la gente.
Escúchela, siéntala. No se deje engañar por quienes le hablan al oído y lo adulan. Sea una buena persona para que sea un buen alcalde.