Gente adulta, ya mayor, pretendió ir a bailar a la Plaza de Armas de Torreón (casi desconocida por las nuevas generaciones).
Inspectores municipales llegaron a pedirles que se retiraran para evitar más contagios del CoVid-19. Mujeres y hombres, externaron su enojo y frustración echando madres.
Gritos: “¡Dennos aunque sea una despensa!”; “¡Ni un voto más por el PAN!”, adjudicando al partido del alcalde Zermeño la negativa a su acostumbrada reunión y convite.
Otros insistieron en que el virus “¡es pura mentira del gobierno!”.
En diferentes rumbos de la zona conurbada (que no Metropolitana), no deja de haber fiestas: música, baile, carnes asadas, taquiza, cerveza… También les cayó la autoridad.
A estos convites asisten servidores públicos de distintos rangos, hasta estatales.
Uno que otro negocio cerrado y un banco (los medios, increíblemente, no publican ni dicen su nombre pero sí su fachada).
Escucho los noticiarios de la televisión regional en los que el tema se comenta y se comprueba que hay sectores de la población que no ceden y la pandemia se mantiene.
El que la colonia Torreón Jardín sea foco de casos y contagios es emblemático. Recordemos que en sus inicios, el coronavirus llegó a México a través de connacionales venidos del extranjero.
Y hay tanta información, mensajes, videos, tesis y antítesis, ejemplos positivos y negativos, chistes, rumores y murmuraciones, críticas y criticones, argumentos valiosos y baladíes, que lo único que concluyo es que esta crisis de salud, con la realidad frente a nuestros ojos y oídos, es parte de la crisis social que como país vivimos.
Nuestra forma de ser –perdón por la generalización- es, resumo, reflejo del daño que nos ha endilgado el régimen político y su incesante réplica.
Mentiras, engaños, burlas, demagogia, corrupción, inmoralidad, amoralidad, impunidad, pobreza, marginación, educación deficiente, incultura, desnutrición, violencia, injusticia, impunidad, desempleo, abusos… Una lamentable depresión individual entre niños, jóvenes y adultos de las diferentes clases y castas sociales.
Pero no nos damos cuenta porque, en esta forma de vida, ese sistema nos hizo asintomáticos.