“El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”, expresión de índices de generalidad y de frecuencia que recoge experiencias milenarias y con la cual se explica desde Atenas los riesgos de hombres de poder y la búsqueda de contrapesos para evitar arbitrariedad o cuando menos disminuir abusos.
Mi padre dice que más que corromper, el poder desinhibe, y no le falta razón. Cuántos conocemos que con un ladrillo que suben de más encueran sus miserias morales. Lo anterior viene al caso por las exhibiciones sin mínimos de pudor que estamos constatando a nivel nacional como local de hombres del poder.
Al presidente López Obrador y seguidores los ha exasperado decisión de la Suprema Corte de Justicia de suspender aplicación de su Ley federal de salarios máximos para servidores públicos de ese ámbito, a tal grado que ya están pidiendo su renuncia o destitución, obvio, para poner ministros de la Corte sumisos.
Nadie puede moralmente oponerse a contener excesos en los que ha caído la clase política mexicana, jueces incluidos. Pero de ahí a pretender someter a otros poderes u órganos del estado de manera unilateral hay una distancia, la existente entre democracias y autocracias.
La división del poder se diseñó para proteger las repúblicas y a los gobernados, por lo que no hay solución que pase por debilitar el sistema de pesos y contrapesos.
En Guanajuato nuestros gobernantes de signo crecientemente deslavado también evitan contrapesos y procuran condiciones para imponer todas sus determinaciones, conducentes o no al bien común.
Ante las circunstancias actuales necesitamos los ciudadanos plantearnos dónde buscar y encontrar equilibrios o contrapesos para nuestros diferentes ámbitos gubernamentales si queremos evitar los daños de poderosos absolutos, o que lo intentan. Veamos en primer lugar, desde el poder político, el ámbito donde AMLO tiene en ambas Cámaras legislativas mayoría absoluta que le aprobarán todas sus iniciativas y presupuestos al grito de “Es un honor estar con Obrador”- como en los viejos tiempos del PRI-, serán determinantes equilibradores otros poderes públicos y órganos autónomos, y en particular: Suprema Corte de Justicia, Banco de México, Comisión Nacional de Derechos Humanos, UNAM, INE, Auditoría Superior de la Federación e INAI.
Por supuesto AMLO tendrá Fiscal carnal y por tanto la investigación de delitos estará sujeta a sus estados de ánimo bajo lema juarista: “A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, justicia a secas”, como ya vemos. La defensa del federalismo por los gobiernos locales será trascendental.
En Guanajuato tenemos mayoría legislativa y Fiscal carnal que son deletreados desde oficina del gobernador; se ha despreciado uno de los principales legados del Humanismo Político mexicano. De alcaldes ya ni hablamos. Contrapesos políticos no vemos.
Revisemos contrapesos fuera del poder político que pueden contener arbitrariedades de poderes públicos: medios de comunicación y redes sociales–si realizan investigación profesional, la difundan libremente; colegios y asociaciones de profesionistas posicionados abiertamente sobre políticas públicas; asociaciones empresariales y cámaras de comercio e industria libres y resueltas a defender sus intereses como los del bien común; sindicatos de trabajadores que auténticamente defiendan a sus agremiados sin traiciones; asociaciones de padres de familia que exijan sistema educativo eficaz. Individualmente faltan ciudadanos decididos a no callar y a abrir paso al cumplimiento de sus deberes cívicos equilibradores: ¡A formar ciudadanos, aquí y ahora!
Contrapesos al poder aquí y ahora
- Instinto de conservación
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Juan Miguel Alcántara Soria
Ciudad de México /