Política

El capitalismo y su problema existencial (parte IV)

  • Columna de Juan María Naveja Diebold
  • El capitalismo y su problema existencial (parte IV)
  • Juan María Naveja Diebold

Hemos estado discutiendo que, al haber conquistado el gran reto evolutivo de sobrevivir, la humanidad empieza el segundo Notivox en busca de una razón de existir. No solo sin las muletas de un dios con quien hablar y roles sociales bien definidos, sino además con el reto adicional de evolucionar nuestra humanidad a la par con nuestra tecnología. De eso es el tema de hoy. Tienes el nuevo iPhone, pero estás atorado con el modelo Sapiens.

Hace unos años escribí una columna sobre cómo nuestro gusto estético en nosotros mismos se había vuelto artificial con las cirugías plásticas, tratamientos de dientes, cabello, vello corporal y todos los recursos no quirúrgicos que existen. La evolución de nuestra especie es mucho más compleja que un cambio estético. Estamos al borde de manipulaciones genéticas que nos permitirán diseñar las futuras generaciones humanas. Algún idiota podrá estar pensando que sus hijos serán rubios y de ojo azul. La manipulación genética puede hacer eso, pero en verdad se trata de evitar la propensión a ciertas enfermedades, como el cáncer, la cirrosis y otros males como la obesidad o la depresión ¿Quién no querría eso para sus hijos? También por supuesto se trata de aumentar el coeficiente intelectual y la capacidad atlética. Muchos no queremos eso para nuestros hijos, pero nadie deseamos que estén en desventaja contra los que sí gocen de las ventajas.

En fin, ése es un tema contemporáneo que tenemos que pensar, pero el siguiente paso en nuestra evolución artificial está a la mano y lo puede tomar cualquier persona actualmente en forma de drogas. Si bien el humano ya no corre el riesgo de pescar una enfermedad pandémica, si puede sufrir de depresión o de ansiedad, condiciones psicológicas que cada vez encuentran más empatía en la sociedad y, en la mayoría de sus casos, condiciones que pueden ser tratadas químicamente.

Algunos podrán rechazar esta posibilidad para sí mismos y tachar a quienes la utilicen, pero la realidad es que todas las drogas – legales e ilegales – tienen cada vez más aceptación. ¿Sus hijos tienen problemas para concentrarse en la escuela? Tenemos una pastilla para superarlos. ¿Su esposa padece depresión? También hay una pastilla para tratarla. ¿Su trabajo es muy estresante? Acertó, hay el fármaco para contrarrestarlo ¿Se siente abrumado por la vida? Existe una hierba para eso. Lejos estamos de reprochar estas alternativas hoy en día, porque nadie quiere que su hijo sea burro, su esposa esté triste o estar de mal humor todo el día.

Hay excepciones y regulaciones cuando se recurre a estas alternativas, es el caso de los deportes profesionales. Casi todas las reglas prohíben a los atletas profesionales, colegiales y olímpicos mejorar su rendimiento y desempeño con herramientas bioquímicas que cualquier fisicoculturista o atleta amateur consigue fácilmente. Los amantes del deporte repudiamos a cualquiera que rompa sus reglas, pero no cabe duda que las reglas se vuelven cada vez más hipócritas en un mundo en el que queremos ver el mejor resultado atlético.

Nos guste o no, estamos frente a un desafío evolutivo y tendremos que decidir, como individuos y como especie si lo tomamos. Por un lado, me imagino a un cavernícola juzgando a otro por empezar a sostener un palo con su mano, lo que con el tiempo nos dio pulgares, y pienso que oponernos al progreso es absurdo. Por el otro lado, creo que el propósito de la humanidad está en el trayecto de nuestra evolución, tanto en nuestras vidas individuales, como en la historia colectiva de nuestra especie. Un salto evolutivo acelerado químicamente se siente como un atajo a una meta vacía. En cuanto a la manipulación genética, es la bomba atómica del siglo XXI ¿Estuvimos en lo correcto al usarla?

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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