Política

¿Dónde estudiarán los niños?

  • Columna de Juan María Naveja Diebold
  • ¿Dónde estudiarán los niños?
  • Juan María Naveja Diebold

No, esta no es una columna tributo al segundo álbum de Maná, aunque recientemente me sienta nostálgico por esa época de mi infancia. En este año de pandemia en el que nos ha asfixiado la apatía y sobran las excusas para dejar las cosas pasar, en verdad hemos atropellado a la infancia.

Para un país que clama querer tanto a sus niños y dar prioridad a la unidad familiar sobre todo lo demás, hemos demostrado más simpatía por “los meseros” que por los niños como grupo colectivo. No soy el primero en señalarlo y no es la primera vez que lo hago, pero sigue siendo un tema desatendido relativo a su importancia en los medios, nuestras conversaciones y sobre todo en la respuesta de emergencia a la pandemia. Si bien hicieron grupos de papás y docentes para presionar al gobierno el mes pasado a reabrir las escuelas, consiguiendo un compromiso de reiniciar en agosto, tardó un año mientras que los restaurantes, comercios e industria derrumban las puertas de “la cuarentena” cada que elevan el nivel del semáforo de alerta casi de inmediato.

Para mitigar el alarmismo, cuando discutimos la reapertura de las escuelas, lo hacemos bajo el supuesto que la asistencia sería voluntaria, tomarían temperaturas, usarían cubrebocas e implementarían medidas extraordinarias de sanitación; incluso con la posibilidad de pruebas periódicas a estudiantes y docentes. No estamos en el inicio de este fenómeno, los materiales necesarios ya están disponibles para compras masivas que podrían abastecer a todo el sistema educativo y su aplicación ya sería natural a lo que se ha convertido nuestra vida ordinaria.

Nuestros niños llevan un año afuera de las aulas y sabemos que les queda al menos medio año más. He tenido la “oportunidad” de asistir a clases virtuales de niveles desde kínder hasta posgrado y creo que puedo decir objetivamente que en el mejor de los casos una buena clase virtual no se le acerca en calidad a una mediocre presencial. Quizás más importante, la escuela es mucho más para un niño que el lugar donde se sienta a presenciar una lección. Es donde hacen la mayoría de sus vidas sociales, su principal fuente de entretenimiento y un segundo hogar, en el caso de muchos, un mejor hogar.

Los papás con el privilegio de la educación privada pueden tener más capacidad económica y de tiempo para responder a los detrimentos del último año, pero el niño promedio ha sido totalmente abandonado en esta pandemia. Un niño representativo de la población, tiene dos papás que trabajan y no ha reemplazado sus horas escolares con otras actividades formativas. Estos niños han perdido dos años de escolaridad que nadie les va a reemplazar, muchos nunca se van a poder emparejar y seguramente veremos un pico estadístico de esta generación en abandono escolar. Peor aún, sin escolaridad se eleva su propensión a la pobreza y la delincuencia.

Se ha vuelto común ridiculizar que abrimos los centros de consumo, pero dejamos cerradas las escuelas, pero ¿¡Qué diablos estamos haciendo!? ¡Abrimos los centros de consumo y dejamos cerradas las escuelas! Seguimos sin un plan de reapertura ¿Por qué estamos esperando a agosto? No hay nada que podamos hacer de no haber comprado las vacunas para adultos a tiempo ¿Por qué no nos adelantamos a comprar las infantiles que se esperan para el otoño? Decimos que ponemos a nuestros niños por encima de todo porque nos hace sentir mejores personas, pero la realidad es que nos importan un carajo.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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