Hace un par de semanas en la Ibero Torreón inauguramos la Clínica Jurídica Óscar Romero.
Su creación no puede entenderse sin comprender primero que, nuestra labor educativa, más allá de formar abogados/as competentes; se concibe como un apostalado que forma a profesionistas concientes de la realidad, compasivos y comprometidos.
Mirar el mundo en su complejidad histórica y ejercer el Derecho como un apostolado, significa, como lo afirma el Padre General de los Jesuitas, Arturo Sosa SJ, conmovernos por el grito de los millones de personas que emigran buscando mejores condiciones de vida, de las víctimas de la violencia, de los empobrecidos que claman justicia, de quienes ven negados sus derechos a participar democráticamente en la vida pública por que el poder político es acaparado por personas al servicio de intereses particulares indiferentes al bien común y al cuidado del medio ambiente.
Esta manera de ver el mundo nos representa un considerable desafío epistemológico para nuestro quehacer científico, que busca penetrar la realidad, descubrir las raíces de la injusticia y contribuir a proponer alternativas de transformación jurídica y social.
Una mirada que, además, se convierte también en un desafío pedagógico para nuestra docencia.
Desde este modo de ver y afrontar la realidad, la Clínica Jurídica encarna la opción preferencial por los pobres; buscamos que la licenciatura en Derecho en particular y la Universidad en general, se convierten en un proyecto de transformación social para generar vida plena, especialmente para aquellos que más sufren.
Estos desafíos hacen necesario que caminemos a que en la práctica docente se una la teoría con la práctica, y que la realidad sea el principal insumo educativo; pero además, es indispensable que nuestra labor docente se mueva a los márgenes de la historia humana, que nos encontremos personalmente con las personas más desfavorecidas, aquellas que viven en los márgenes, no solo físicos sino también sociales y políticos.
Estoy profundamente convencido de que, una licenciatura se convierte en apostolado y es pertinente socialmente cuando se realiza a la interperie, no encerrada en sus propios muros ni segura en sus propias certezas.