Dice la Real Academia de la Lengua Española que “soberanía” es el poder supremo e ilimitado atribuido al pueblo, a la nación o al Estado para establecer su Constitución y adoptar las decisiones políticas fundamentales, tanto en el ámbito interno como en el plano internacional.
La preocupación o inquietud de todo gobierno siempre será el fortalecimiento de la soberanía nacional. Debe ser el objetivo esencial de todo gobierno, ya que de la misma se desprende todo lo que como nación se es; todo lo que como patria se define y percibe por sus ciudadanos y, por último, lo que como país se debe esperar de los ciudadanos, como lo que se les ofrece.
Por lo anterior, la pregunta obligada es hasta dónde los mexicanos comprendemos la importancia de fortalecer nuestra soberanía, ya que al parecer esa tarea queda solamente en el gobierno, en el Congreso y en el Poder Judicial. Es decir, ¿qué tanto hacemos los mexicanos por nuestra soberanía?
En otro contexto igual de amplio, la soberanía debe ser protegida por las fuerzas armadas, de ahí la defensa y la seguridad nacional, acción que los soldados de tierra, mar y aire desarrollan todos los días desde diferentes espacios, con diferentes acciones y, sobre todo, con el compromiso de que no solamente con el uso de la fuerza es como se protege y defiende al país. Los soldados mexicanos son el primer frente de defensa ante los riesgos y amenazas que existen sobre nuestra soberanía y, por supuesto, sobre el país en su conjunto.
Riesgos de soberanía no se refiere a intervenciones armadas por parte de ejércitos extranjeros, más bien se refiere a las amenazas y riesgos que compartimos con el continente americano, las que hoy en día son comunes.
Crimen y narcotráfico, trata de personas, pandemias, violencia extendida en todos los niveles socioeconómicos, delitos cibernéticos, espionaje industrial, subculturas delictivas y un sinfín más, son las verdaderas amenazas, mismas que se deben sumar a las amenazas domésticas que sin duda existen y que cada país debe enfrentar con sus propios medios.
Se sigue insistiendo por parte de algunas voces necias que tanto la actividad como la presencia militar se han incrementado a partir de este sexenio. Desde la más profunda realidad, lo anterior tiene un sesgo de crítica, ya que tanto soldados como marinos llevan décadas participando activamente como actores sociales cotidianos que brindan beneficios a los mexicanos.
La institucionalidad con la que se conducen nuestras fuerzas armadas es la mayor prueba de lealtad que le tienen al país. Los militares comprenden a profundidad cuál es su responsabilidad en esta soberanía; realizan con total convicción la defensa nacional y de ahí que cualquier análisis contrario, o bien, especulación sobre su lealtad y disciplina, está de más.
No significa que todo señalamiento a las fuerzas armadas es un equívoco. Significa que, en los hechos, los soldados mexicanos han demostrado cuál es su vocación, su entrega y sacrificio sobre cualquier otro servidor público, o bien, sobre cualquier otro ciudadano. El actuar de los militares no es por encima de la ley, y más allá, ninguna orden que les haya dado su comandante supremo ha sido fuera de la ley.
La participación activa de los soldados en proyectos de desarrollo nacional nunca los distrae de una función primaria y necesaria, es decir, la protección de la soberanía y la defensa nacional. _
Juan Ibarrola C.
@elibarrola