Hace un año, Santos fue finalista, subcampeón, perdedor en esa etapa.
No era de asombro que llegara a tal instancia por la reiterada costumbre de acceder a una final.
Nos parecía cotidiano, costumbre casi arraigada en el ánimo del lagunero. Imposible pensar en el Atlas.
Lo que parecía una utopía hoy es realidad. La ciencia ficción mandó hacer un guión único y exclusivo para Atlas para celebrarlo con júbilo diferente.
No lo hubiéramos creído hace doce meses.
Alejandro Irarragorri y su gente tuvieron fe por una idea y por más que nos digan otra cosa ni ellos mismos la pudieron imaginar.
Les ha resultado como producto de planeación, buena vibra, estado de gracia y fidelidad a ciertas convicciones que no siempre tienen palabra de honor.
Todo un año futbolístico lleno de resultados exitosos para Orlegi porque vuelve a levantar la mano (también levanta las dos copas) indica un camino hoy correcto, inspira a gastar menos y traza objetivos que ellos supieron concretar de manera repentina.
Su “fiel” afición muy sufrida antes, agradecida está con este proyecto que trajo doble satisfacción. Imposible creerlo, porque la utopía suele ser enemiga de la realidad.
La ciencia ficción superó a lo que la vida cotidiana nos había ofrecido. ¿Dónde radica la magia de esta magia?
El asombro es nacional, la felicitación surge de manera natural, los elogios no tienen cabida en la mente traidora y las preguntas sin respuestas surgen por doquier.
Atlas bicampeón hace más veces campeón a Orlegi habiendo tenido de rivales a los otros dos equipos del “amigo incómodo”.
Hasta en eso, la utopía se puso guapa, sarcástica, irónica pero leal. León y Pachuca fueron las víctimas de Atlas.
¿Así o más doloroso? Más cruel no podía estar hecho este diseño porque el autor de tal idea perversa se hubiera detenido, pensando:
“Es mucha fantasía; no se puede desear ni tener tanto, en tan breve tiempo después de tanto espacio vacío”.
Sin embargo, acaba de suceder en la vida real.
¿Volveremos a presenciar semejante novedad que parece ser una atrocidad?