Los tres triunfos consecutivos del Santos obligan a realizar una compleja reflexión.
Lo que Ignacio Ambriz ha hecho, visto en obra, lo han ejecutado los jugadores. Aquí surge el cuestionamiento y la duda a favor de la verdad.
No se pretende restar méritos a ninguna de las partes. Simplemente no tenemos derecho a quitarle logros a unos y sólo dárselos a otro. Se trabaja en conjunto.
Las instrucciones emanan de uno y las ejecuciones de otros.
Adentro del campo no está el director técnico.
El deporte en general es una constante acumulación de duelos individuales.
Ganar o perder esos duelos depende de los actores. Avanzar en una jugada, desarrollarla y lograr una exitosa culminación es obra de los jugadores.
El diseño estratégico funciona siempre y cuando cada actor tenga las suficientes capacidades, puestas al servicio del conjunto, para completar la obra.
Son los futbolistas los que optimizan o empobrecen el accionar. Los lineamientos vienen del Técnico, la realización brota de los jugadores.
El futbol es una constante inspiración salpicada de virtudes y fallas. Es el “arte del desparpajo”.
Ambriz y los jugadores están mostrando su mejor valor y lo están poniendo al servicio del grupo.
De eso se trata. Delimitar quién hace qué y hasta dónde tiene su mérito es una tarea que puede llevar a injusticias.
Cada quien en su rol, generando ideas y construyendo la obra de rehabilitación, podrán llegar a algo que se veía imposible.
Todavía hay tiempo y esperanza. La confianza ha llegado.