Se acerca la segunda prueba para Santos. La presentación no agradó a nadie y pronto tenemos que acudir a nuevas ilusiones que por sí mismas nada mejoran.
Los refuerzos, que más bien son distintas caras para el equipo, no ofrecen las suficientes características para soportar el nuevo peso que ya se carga. Dicho peso ya no sólo es jugar bien, sino ganar; y ahí radica el serio problema.
El Camote suele ser dulce pero esta franja cada semestre pone una exigencia mayor si se le pretende derrotar.
No se sabe de dónde obtiene tanta energía y sorpresa. Fueron a la casa del campeón Tigres, y le pintaron la cara un buen rato. Debieron haber ganado y hasta con cierta facilidad.
Este Camote es el siguiente rival de Santos. Si comparamos lo que cada uno de los 18 equipos hizo en la fecha uno se concluye que el peor es Santos sin importar que realmente ocupe el último lugar de la tabla.
Esto rebasa lo que se espera del cuadro lagunero. Apenas es el inicio, se sabe, pero ya el comienzo empieza a avisar con mucha seriedad. No es cuestión de alarmar sin ton ni son.
Se intenta levantar la voz a tiempo porque el torneo tan raro que se va a tener, no permitirá esperas falsas ni contemplaciones.
¿Alguien tiene la certeza de que este Santos se levantará pronto?
Podrá haber esperanza pero no certeza porque se está jugando con los mismos elementos y es ahí donde todo futuro se detiene.
¿Con qué sustento y bases se cuenta para reaccionar?
Ahora se vive más de fe que de realidad comprobada.
Se carga todavía el lugar 13 y eso aparte de molestar, es incómodo, no deja avanzar, no permite ver mejor, atrofia el ánimo.
Ir a Puebla es hacerle “mutis” al camote.