La cuarta victoria seguida de Santos no llegó a pesar de haber tenido mejor actuación a la que ofrecieron en Ciudad Juárez y contra Atlas.
Suele suceder en el deporte, y ya en tres ocasiones le aconteció a Santos. Jugó mal pero ganó ante Bravos.
Actuó mal pero obtuvo los tres puntos frente a los Rojinegros. Destacó en Pachuca, mereció más, y sin embargo salió con molestia, sangre y derrota.
Cuesta trabajo entender esto pero sucede y es necesario puntualizarlo porque es fácil olvidar esta dualidad de comportamientos al lado de ausencia de logros.
El esfuerzo se aplaude, correr y correr se admira, la entrega estuvo siempre a tope, la determinación no se escatimó pero los tres puntos se quedaron allá.
Cada equipo ofreció sus muy buenos ratos de futbol contagiante, apto para cosechar buenos frutos, aunque fuera un empate.
El gol recibido, el de la victoria para Pachuca, tuvo la genialidad de Sambueza quien con generosidad hizo que la acción creciera para que sus compañeros se encargaron de lo demás. Casi imposible haber podido detener ese vendaval.
Santos hizo más en el segundo tiempo que en el primero, de ahí la inconformidad con lo que se trajeron. Los golpes, naturales o de VAR, siguen formando parte del juego.
A veces las decisiones son a favor, otras en contra. Aquí no hay justicia ni igualdad; existen resultados. Los laguneros metieron el acelerador para perforar la meta enemiga, merecieron anotar, hicieron que el portero “tuzo” trabajara de más.
Por eso el refrán “bien y de malas” queda para definir lo que Santos hizo pero no conquistó a pesar de que mereció. Cuando no se ha merecido se ha ganado; antier fue al revés.
Ahora viene otro panorama complicado porque han salido de la zona de calificación, a donde podrán regresar con cierta facilidad porque la cercanía de puntos con respecto a otros, así lo indica.
Pero se vive otra realidad que el gracioso torneo anterior no ofreció, y de ahí viene la molestia. Lo que antes llegaba solo, hoy está escondido; se ha buscado pero huye.
Es la natural inconformidad con lo que se trabaja, se prepara, se merece pero no se logra.
Genera decepción o hasta frustración pero también fortifica porque se sabe que muchas cosas se siguen haciendo bien. Ahora fue, “bien pero de malas”.
