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Los atrapados de Sabinas

Crecí en una región desértica, muy alta del nivel del mar, fría pero llena de mineral. Conocí los tiros y sus bifurcaciones. Una labor muy dura.

Pero cada mina tiene sus particularidades, y todas sus semejanzas: depende mucho del mineral que se esté extrayendo. Sin excepción, hay agua abajo y antes de explotarla habrá que extraerla utilizando las bombas requeridas.

Los mineros bajan y no saben si volverán.

Cierto, sus condiciones son siempre precarias y el riesgo de quedarse bajo la tierra es inevitable. Sucede pero -desgraciadamente- pasa desapercibido.

El asunto se complica y se convierte en un acontecimiento de proporciones internacionales cuando el desastre ocurre a un buen número de hombres. Entonces se simula, se dan falsas expectativas, se lucra con el dolor.

¿Para qué sirve entonces el poder político?

El pasado 3 de agosto diez hombres se quedaron atrapados en una mina de carbón. Ellos entraron por los “pocitos”, un peligroso acceso por lo general inservible que los desplaza hasta a cien metros de profundidad, sin salida de emergencia porque el propio diámetro es de 1.5 metros. Unas verdaderas trampas (ya lo vemos) mortales.

Esas minas se siguen explotando así en Sabinas, Coahuila, lugar del siniestro. Hasta hoy el rescate ha sido infructuoso.

Seguramente que desde el momento mismo del colapso ellos perdieron toda posibilidad de continuar con vida. ¿Quién soporta esa fuerza del agua que, se dice, llegó de un tiro contiguo que no se trabajaba desde hace 25 años? Imposible.

A los familiares se les dijo que una bolsa de aire los mantendría vivos, pero el agua, día a día, invadía los tres pozos porque cerca corre un río. En las labores de rescate no permitieron la ayuda de los experimentados mineros locales. Los drones descendieron sólo 3 metros y ellos estaban a 60. Para nadie es un secreto que el carbón se usa para generar energía. A los mineros se les pagaban 150 pesos por la extracción de cada tonelada. Total, se ha complicado todo porque los niveles del agua no bajan y además la lluvia arruinó los avances. Los rescatistas que llegaron del Sur jamás han visto una mina con gas grisú, mucho menos la secretaria de Protección Civil.

Hoy los familiares ya exigen los cuerpos. Ha terminado la falsa esperanza. Se perdió el tiempo, ni los alemanes ni los norteamericanos podrán hacer milagros. Vienen entonces las cortinas de humo, y el olvido.

Juan Gerardo Sampedro

@Coleoptero55

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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