En casi toda la historia aparecen testimonios de lo que los medievalistas conocieron como mutaciones patógenas. Las causas fueron infinitas pero los hombres la centraban en una: los dioses, y luego la naturaleza, desataban su ira sobre aquellos que transgredían una regla, una norma.
Ahora no deseo abocarme, como se puede imaginar, al cuerpo: ése las va viendo aparecer al correr de los días, de los años. A todos sucede por el simple hecho de estar vivos. Resistencia o no, nada detiene la corrosión que conlleva el tiempo.
Pero los tratados de psiquiatría se han dedicado a clasificar "lo permisible y no permisible". Los desórdenes mentales, es ciento, no vienen solos, los arrastran las circunstancias, el medio, el propio cuerpo. Depende de la resistencia, del tan de moda concepto "resilencia", y muchas otras cosas más, algunas de ellas inimaginables.
Cuando escribo "mutaciones" ahora quiero referirme a las que van apareciendo desde la temprana infancia, en la mente y el comportamiento. Unas tantas colectivas en el imaginario, otras (las más) secretas e individuales hasta que ocurre la ingrata manifestación. De eso los escritores del terror están más que enterados porque se han metido hasta más allá del alma. Estoy convencido que ellos han revisado a la perfección conductas, miradas, expresiones o desvaríos que los demás no ven.
Es decir: las mutaciones no son visibles a veces, llegan de a poco como la niebla y tiran el zarpazo. Nadie es lo que parece.
Acabo de ver, en una plataforma de moda, una película que agota, una vez más, el inacabable tema del maltrato a los adultos mayores: una mujer que busca indefendibles para llevarlos a la fuerza a un asilo desmantelando casas y apropiándose de incalculables fortunas.
Como esa "tutora" cara dura y lesbiana, debe haber un sin fin de ejemplos. En mi práctica terapéutica (tan breve igual que un despuntar del alba) traté con personas que sonreían al tiempo que en sus ojos profundos brillaba la maldad. Uno lo sabe, lo intuye. Hay que seguir, sin embargo, el juego permisible a los chantajistas o manipuladores. Ahí está también el aprendizaje. Luego concluye y se vuele la trama.
Los libros de las mutaciones, en síntesis, son los tratados de psiquiatría. El problema es que es muy difícil hallarlos actualizados, aparte de que los clisés son inevitables. Al compararlos señalan al mismo sitio: formas.