Recientemente leí “La hora sin sombra”, una magnífica novela de Osvaldo Soriano (Mar de Plata, Buenos Aires, Argentina, 1943-Buenos Aires, Argentina, 1997), con un prólogo de Tomás Eloy Martínez, el autor de “Santa Evita”. Bien lo explica éste: la atmósfera de “La hora sin sombra” es la misma atmósfera que permea las anteriores novelas de Osvaldo Soriano (más perfecta aún quizá gracias a una nueva fuerza que se condensa en la trama).
Un matiz extra: Osvaldo Soriano parece confirmar también la sospecha de Tomás Eloy Martínez en el sentido de que estamos en presencia de una “autobiografía encubierta”. Dice Soriano: “Tenía quince líneas sólidas y muchas ideas vagas. Quería escribir la historia de alguien que hacia un largo viaje con su padre, por lo que le iba saliendo una historia de desencuentros. Sabía que el hijo era escritor y que creía estar buscando a su viejo. Pero en realidad no lo buscaba un carajo: era el padre quien lo buscaba a él. El padre moribundo que acababa de escaparse del hospital”. La hora sin sombra transcurre entre las ruinas de una ciudad de cristal que el padre del personaje/narrador ha construido en homenaje a Evita y a Juan Domingo Perón.
Un hecho autobiográfico: el personaje/narrador sufre de un zumbido, de “un moscardón encerrado” en la cabeza, lo que no le permite concenrtrar la atención.
Cierto: Soriano padeció de un acúfeno muchos años (felizmente, confesó un día que cuando terminó de escribir “La hora sin sombra”, se curó).
Pero al margen de este dato La hora sin sombra es una novela reflexiva y melancólica en cuya historia los personajes viven una vida que por momentos los salva de su contexto espiritual. Así era el ideal que Freud deseaba para sus pacientes. Estos temas siempre me han apasionado.
Osvaldo Soriano publicó antes “Triste, solitario y final” (1973), No habrá más penas ni olvido (1978), y “Cuarteles de invierno” (1980), novelas que contribuyeron a convertirlo en el escritor más leído a nivel popular en Argentina, sin duda.
Escribió tres novelas más: “A sus plantas rendido un león” (1986), “Una sombra ya pronto serás” (1990) y “El ojo de la patria” (1992).
Escribió también cuatro libros de crónicas.
A Osvaldo Soriano hay que leerlo ya como a un clásico. Lo es, definitivamente lo es.
@Coleoptero55