Estilo

El técnico y el rudo en el ejercicio literario

El poeta panameño Roberto Fernández Iglesias, solía explicar a sus alumnos que en el ejercicio literario la formación se daba en dos únicos arquetipos: los hay quienes no conocen la técnica de la escritura, los que intuyen cómo deben desarrollarse las ideas y nada más, es intuición y se acabó: el objetivo es producir una obra como el herrero lo hace al colocar una protección de celosía.

El otro caso lo representa el técnico, aquellos que pasaron por una escuela de letras o de periodismo y saben dónde se debe colocar un adjetivo, eliminar una rima interna, no volver insistentes sobre el tema.

Nunca lo creí del todo cuando lo externó en un auditorio del Instituto Mexiquense de Cultura.

Lo que es cierto es que un escritor, al igual que un músico, nunca aprende a dominar su quehacer, se aprende algo a diario. También —si vale la comparación— lo hace el artesano.

Un ejemplo: José Emilio Pacheco escribía y reescribía sus poemas al grado de que, al firmar sus libros buscaban una nueva corrección, lo que hacía utilizando su pluma sobre la tipografía.

Curioso todo esto porque, al realizar un repaso biográfico de reconocidos autores se percata uno que la mayoría de ellos o ellas no han pasado por las aulas de una escuela de letras o de periodismo. O fueron maestros, abogados, joyeros, etcétera.

Hay casos excepcionales de precoces escritores (o no tan precoces) que han dado obras importantes y han callado, han preferido que los reflectores no entren a sus vidas.

Las lecturas e influencias que se van absorbiendo son determinantes.

Ahora podría ser un lugar común el insistir que los cursos y talleres aceleran el proceso en el aprendizaje: así como el herrero y al carpintero deben enmendar errores en la marcha, el escritor, es seguro, ha dejado en el cajón del escritorio páginas erráticas. Los hay quienes, muy a pesar de ufanarse de su paso por importantes cursos, siguen rimando “había con María”.

Lo que natura non da, Salamanca no lo otorga.

Poetas que la crítica inculta ubica como “internacionales”, no han escrito un verso memorable en su “trayectoria”. En síntesis, no hay escritores rudos o técnicos. Existe el oficio y el paso de los años que a cada uno deja en su lugar. Los lectores no son tontos, menos aún los editores, nunca.

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Juan Gerardo Sampedro
  • Juan Gerardo Sampedro
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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